Violada por el masajista - carta a Esti


Carta a Esti …

Esti,

Después de lo que ocurrió hace unos días he decidido compartir contigo mis sensaciones de esos momentos… quiero soñar con tus gestos y tu carita cuando lo leas y recuerdes aquellos instantes.

No te voy a aburrir explicando cómo llegué la pasada Semana Santa a trabajar en aquel hotel, pero lo cierto es que por un lado mi negocio no iba demasiado bien y por otro, un amigo me ofreció la oportunidad de sacar un dinero extra en las vacaciones y sin mucho pensarlo … acepté. Me habló de que un hotel en Menorca necesitaba personal para vacaciones, estaba muy bien pagado y además me dijo que me buscarían algo tranquilo porque su hermano dirigía el establecimiento … pues nada me dije … unos Euros extras me vendrán muy bien.

Tampoco te voy a detallar cómo finalmente me ofrecieron estar en la zona de masajes. Honestamente… los únicos masajes que he dado ha sido a alguna de mis novias para relajarlas antes o después de follar… ellas siempre dijeron que se me daba bien, pero tampoco creo que fuesen unas grandes referencias. En cualquier caso, mi jefa iba a ser una tal Begoña, una chica de casi 40 años con mucha experiencia, o sea que perfecto. De hecho, cuando me lo dijeron, me pareció exótico, incluso sensual me dije, igual me toca dar masajes a una cuadrilla de amigas veinteañeras y luego las podía invitar a tomar una copa … nada más lejos de la realidad, los 10 primeros días de las 2 semanas que pensaba pasar allí, transcurrieron entre masajes relajantes a matrimonios de 70 años, cuarentones estresados que roncaban como cerdos en cuanto les tocaba la espalda … y para colmo solo me tiró los tejos un chico homosexual de 30 años … en fin … por una parte olvidada la posible parte morbosa del trabajo me limité a cumplir lo mejor que sabía y pensar en los Euros extras que me llevaría en el bolsillo mientras por otra … tantos días viendo tías en bikini bañarse en las piscinas sin poder follar con ninguna … me tenía cachondo perdido.

Había bastantes chicas monas en bikini bañándose en las piscinas, pero la verdad es que desde hacía un par de días estaba pendiente de una en concreto, que eras tú por supuesto. Estabas con un grupo de lo más variado en el que había otras chicas, chicos de tu edad y también parejas mayores, por lo que supuse se trataría de unas vacaciones de amigos o familia con sus hijos. Enseguida aprendí que todos te llamaban Esti, y la verdad es que me ponía cachondísimo verte en bikini tomando el sol y bañándote en la piscina. Tu largo pelo rubio liso hasta casi la cintura te hacía no pasar desapercibida precisamente. Tu carita de niña, con la nariz respingona, ojos grandes, labios muy definidos y bonitos te hacían parecer más joven de lo que decía tu cuerpo. Bonita cintura, piernas preciosas terminando en un culo que prometía muchísimo y unas tetas que me tenían loco. Más bien grandes pero no demasiado… de las que da gusto coger con las dos manos y masajearlas sin descanso… que además marcaban unos pezones maravillosos bajo los bikinis que llevabas.

Desde el día que llegaste, aprovechando la situación de la sala de masajes, pegada a las piscinas, te observaba sin parar: cuando caminabas moviendo ese delicioso culito, cada movimiento que hacías en la tumbona, cada pliegue de su piel marcado en tu bikini, cuando salías de la piscina con los pezoncitos marcando el bikini, cuando tomabas algo en compañía de otras personas … no sabía tu edad, pero deduje que al menos tenías 18 años, porque la observé tomar cerveza en más de una ocasión y en ese tema el hotel era realmente cuidadoso.

Entre tú tercer y cuarto día de estancia en el hotel sucedieron una serie de casualidades que desembocaron en la historia que tú conoces, pero que quiero escribir para compartir con otros lectores.

El tercer día, todo indicaba que era tu cumpleaños. Las felicitaciones del resto del grupo, besitos, invitaciones, continuas llamadas al teléfono móvil… de hecho mi curiosidad me hizo acercarme para verificar que efectivamente era tu cumpleaños… me pareció entender que tu 19 cumpleaños por una conversación por el móvil. Por otra parte, ese mismo día por la tarde mi jefa, Begoña, avisó que le había surgido un tema familiar grave y que debía faltar al trabajo al día siguiente.

La casualidad hizo que el cuarto día tú aparecieses sola en la piscina, ya que por lo que supe después, el resto del grupo se había marchado a una excursión contratada y habías preferido quedarte a tomar el sol tranquilamente… entonces, mientras estabas tumbada con un precioso bikini negro que dejaba ver buena parte de tu delicioso culito, decidí acercarme a ti y déjame recordar lo que ocurrió:

- “Hola… ¿perdona eres Esti?”… me acerqué vestido con mi ropa del salón de masajes.
- “¿Eh? … ¿Cómo?” respondiste sorprendida. “Esto… sí… ¿Qué quieres?”.
- “Hola, mira trabajo en el salón de masajes de ahí al fondo. Mi jefa me ha encargado que te entregue esta tarjeta. Por lo visto te han dejado pagado un masaje relajante para esta mañana creo que como regalo de cumpleaños”, te dije mientras te entregaba un sobrecito con una tarjeta del hotel escrita por detrás a mano… “Felicidades… disfruta el masaje”.
- “¿Un masaje? … no sabía nada. ¿Y quién me lo ha regalado?”.
- “Pues eso me temo que no lo sé. Supongo que algún amigo o familiar, no lo sé. Desde luego es un masaje muy completo y súper relajante. Bueno, yo te dejo la invitación. Que sepas que ahora mismo es buen momento, porque dentro de un rato suele ir más gente y a lo mejor tienes que esperar, pero como tú quieras”.
- “Ah, vale… oye pues voy en unos minutos”.

Cuando me di la vuelta caminando despacio hacia mi trabajo, estaba convencido de que habías mordido el anzuelo, o sea que tenía que prepararlo todo rápidamente… y así fue porque en poco más de 10 minutos apareciste por la puerta con un precioso vestido minifalda encima del bikini y una pequeña bolsa con tus cosas.

- “Hola. Deja tus cosas ahí en una taquilla que tienes dentro del vestuario. Ahí también encontrarás bikinis de un solo uso para evitar manchar tu ropa con el aceite. Cámbiate y pasa por favor a la sala número uno. Túmbate por favor en la camilla que estamos en 2 minutos contigo”, te dije mientras hacía como que cogía una llamada de teléfono.
- “Vale… gracias”.

Mi excitación en esos momentos se iba multiplicando a cada segundo hasta que pasados unos minutos entré en la sala número uno y allí estabas tumbada en la camilla como te había pedido con un bikini de un solo uso. Se trataba de una camilla especial para masajes, articulada, con un hueco para la cara cuando se colocaba la persona en posición boca abajo y divida en su parte inferior para poder colocar las dos piernas en diferentes posiciones. La camilla estaba cubierta con una sábana blanca y varias toallas del mismo color. Lógicamente te tumbaste sobre las toallas sin notar nada extraño.

- “Hola… túmbate boca abajo por favor que empezamos ya mismo. Mi jefa viene en unos minutos que ha tenido que salir a una atención a una habitación. Coloca la cara sobre el hueco para que puedas estar más cómoda y los brazos por favor a lo largo del cuerpo. Lo más relajada posible”.

Obedeciste sin rechistar aunque tu carita delataba un cierto nerviosismo.

- “¿Te han dado alguna vez un masaje relajante?”.
- “ehh… no la verdad es que no”.
- “Ya verás cómo te gusta. Es una sensación única. Tu solo relájate, piensa en la música que escuchas y trata de no hacer fuerza con ningún músculo. Las habitaciones están insonorizadas y solo escucharás la música y no el ruido del exterior”.
- “Vale… la verdad es que no tenía ni idea de que me habían regalado esto… pero bueno… vamos a ver qué tal”.
- “Empiezo por la parte más relajante que es la espalda. Te voy a soltar los clips de cintas de la parte de arriba del bikini para no mancharlas con el aceite”.

Me miraste un tanto asustada cuando dije que te soltaba el sujetador… pero no dijiste absolutamente cuando primero uno y luego el otro solté los clips dejando libre tu espalda. Esa carita tuya de sorpresa… medio asustada me encantó.

Mientras me untaba las manos y los antebrazos de aceite no dejaba de observarte así, con la espalda completamente desnuda, tu culito cubierto solo por un pequeño bikini de papel y tus preciosas piernas juntas perfectamente extendidas. Tus pechos se veían irresistibles aplastados contra la toalla de la camilla. De hecho parecían más grandes que bajo el bikini.

El primer contacto con tu espalda fue delicioso y consiguió excitarme inmediatamente. Me coloqué a la altura de tu cabeza mientras mis manos acariciaban tu preciosa piel comenzando a extender el aceite desde los hombros hasta media espalda, masajeando muy suavemente tu piel, ejerciendo una pequeña presión para tratar de relajarte. Poco a poco iba bajando un poco más desde los hombros hacia la cintura hasta llegar a esta. Ahí me detenía masajeando con fuerza tu deliciosa cintura, para volver a subir hacia tus hombros. En el fondo sentía como si te estuviese sobando poco a poco para tratar de excitarte y me encantaba.

Tu espalda de cubrió de aceite dándole aún un aspecto más sexy por el brillo que daba a tu piel morena.

- “Así… relaja toda la espalda… trata solo de pensar en la música”.
- “Mmmhhh que bien,.. “

La primera parte del masaje sin duda te estaba gustando… y entonces sentándome en una banqueta a los laterales de la camilla comencé a masajear uno de tus brazos, empezando por la mano, donde ejercía bastante presión con los pulgares, subiendo por el antebrazo que acariciaba delicadamente para seguir hasta el hombro muy suavemente. Una vez terminado un brazo, lo dejaba colgando de la camilla para empezar por el otro. Mientras masajeaba tus brazos, no podía dejar de mirar tus preciosas tetas aplastadas contra la camilla… mi tentación en ese momento hubiese sido cogerlas bien fuerte para masajear esos pezoncitos que se medio veían en esta postura.

Terminados los brazos y dejándolos colgando de la camilla comencé a masajear los lados de tu espalda. Empezando por la cintura y poco a poco subiendo hacia arriba fui masajeando un lado y luego el otro. Cuando legaba a la altura de tus pechos extendía los dedos para acariciar levemente la base de las mismas… eso notaba que te incomodaba levemente pero a mí me excitaba terriblemente… y como no decías nada… yo seguía insistiendo masajeando la zona de tu cintura y costillas estirando los dedos, notando esas tetas maravillosas que tanto me habían llamado la atención. Las rodeaba con mis manos llenas de aceite … parecía que las iba a coger con fuerza sujetando los pezoncitos y mirándote a los ojos … pero no … las rodeaba una y otra vez, rozándolas con mis dedos haciendo la situación tremendamente excitante.

Luego fue el turno de tus piernas y empezando por los pies fui subiendo por las pantorrillas hasta llegar a tus muslos. Ahí me entretuve a placer masajeando tus piernas deliciosas hasta el borde del bikini, sobándolas sin parar… sobre todo la parte superior de tus muslos. Mantenías las piernas completamente juntas, pero aún así metía una mano entre los muslos para masajearte perfectamente.

- “Deja que te coloque las piernas para poder masajear mejor cada una, por favor”, te dije mientras haciendo uso de las partes articuladas de la camilla, separaba la parte inferior abriéndote un poquito las piernas.

Te dejaste hacer sin más, permitiendo que yo me pudiese colocar entre tus dos piernas… en esa postura podía ver tu entrepierna perfectamente cubierta por el bikini mientras comenzaba a masajear tus muslos en la parte superior, rozando tu delicioso culito con una de las manos, mientras por el interior de tus piernas recorría el borde del bikini rozando tu entrepierna. El contacto con tu piel seguía excitándome más y más … mis manos rodeando tus muslos subiendo hasta el límite de tu muslo … hasta que uno de mis dedos índices seguían la goma de tu braguita en la entrepierna … arriba y abajo … muy delicadamente … como sin darme cuenta. Luego las manos volvían a bajar hasta la rodilla… y vuelta a subir hasta el final del muslo… nuevamente un dedo recorriendo la goma en tu entrepierna y la otra mano siguiendo la goma que cruzaba tu delicioso culo.

Mi polla parecía que iba a romper el pantalón blanco de la excitación que llevaba encima y en ese momento ya no podía retirar mis manos de la parte alta de tus muslos… algo que parecía empezar a incomodarte por los movimientos de tu cabeza… pero no me importaba seguía ahora ya descaradamente sobando la parte alta de tus dos muslos… uno con cada mano… hasta el límite de tu braguita… y mi polla parecía ya que iba a reventar. Con tanto movimiento en esa zona de tu cuerpo, la braguita se iba recogiendo poco a poco hacia el interior de tus deliciosas nalgas y milímetro a milímetro tu precioso culo se iba quedando a la vista.

Tu incomodidad era evidente y aunque no te atrevías a decir nada movías el cuerpo como tratando de llamar mi atención… pero justo conseguías el efecto contrario, ya que saber que te sentías incómoda me excitaba más y más.

La braguita se había metido tanto entre tus nalgas que parecía un tanguita, dejando ahora ya a mi vista la deliciosa forma de tu culo … irresistiblemente suave … irresistiblemente bello … e irresistiblemente prohibido.

- “Bueno…. Estooo…. Creo que no me apetece más masaje… me voy a la piscina”, dijiste incorporando tu cuerpo y apoyando una pierna en el suelo a la vez que con una mano colocabas correctamente tu braguita, volviendo a cubrir tus nalgas.

Tus nervios y la necesidad de salir de aquella habitación hicieron que te incorporases sin recordar que el sujetador estaba suelto, por tanto, cuando te pusiste en pie no te diste cuenta que tus pechos estaban completamente desnudos y eso me dio una visión que no olvidaré. Tus tetas desnudas eran mucho más grandes de lo que parecían con la parte superior del bikini puesta y además eran perfectas. Perfectamente redondas y erguidas, con unos pequeños pezones duros como rocas… absolutamente irresistibles.

Cuando te diste cuenta de la desnudez de tu pecho te intestaste cubrir con un brazo a la vez que caminabas de forma atropellada hacia el vestuario… pero la puerta estaba cerrada. No te habías dado cuenta que cuando yo entré había cerrado con llave y así prácticamente desnuda, forcejeando con la manilla de la puerta, miraste atrás y observaste el enorme bulto bajo mi pantalón blanco y eso hizo que te empezaras a poner nerviosa de verdad.

- ¡Abre esta puta puerta!, dijiste.
- “¿Por qué tienes tanta prisa? El masaje no ha terminado”.
- ¡Abre esta puta puerta o empiezo a chillar!”.
- “Puedes chillar lo que quieras guapa. Estas habitaciones están insonorizadas para evitar el barullo de la piscina. No te das cuenta que no oyes nada de fuera”.

Tu mano derecha intentaba de forma compulsiva girar la manilla de la puerta inútilmente mientras yo observaba tu delicioso cuerpo semidesnudo.

- “¡¡Socorro!!, ¡que alguien me ayude por favor! ¡¡Socorro!!”.
- “Es mejor que no grites rubia”, dije a la vez que me sentaba en una banqueta. “Pórtate bien y lo pasaremos bien los dos… pórtate mal y lo pasaré bien solo yo… tú eliges”.
- “¡¡Joder!! …. ¡¡Socorroooo!!
- “No te lo vuelvo a decir. Pórtate bien y lo pasarás muy bien. Túmbate otra vez en la camilla rubita”.
- “Maldito hijo de puta. ¡¡Que alguien me ayude!!”.
- “Está bien… tú lo has querido. No tengas miedo, no quiero hacerte ningún daño”.

Me encantó ver tus ojos mirándome sin parpadear mientras me acercaba a ti. Me excitó aún más si cabe cuando te sujeté con fuerza los dos brazos a la espalda y volví a traerte empujando hasta la camilla. Tus pechos se movían de forma absolutamente irresistible mientras te obligaba a caminar. Una vez en la camilla… te obligué a reclinarte sobre ella, apoyando tu cara y tu pecho sobre la misma.

- “A las chicas malas como tú hay que darles unos buenos azotes para que sean más dóciles, sino se quejan sin parar. ¿Lo sabías?”.
- “Suéltame joder, basta. ¿Qué quieres?, suéltame por favor”.

La verdad es que no hiciste demasiada resistencia a mis empujones, ni tampoco cuando te bajé la braguita hasta la mitad de tus muslos, dejando al descubierto, ahora completamente, tu delicioso culo. Supuse que era porque estabas asustada.

- ¡¡Plaaaas, plaaaas!!, los dos primeros azotes sonaron realmente fuertes. Uno en cada nalga, dejando marcados mis dedos en tu culo maravilloso. “Veras como después de unos buenos azotes vas a ser una chica mucho más buena. Voy a seguir azotándote hasta que me pidas que te folle esa boquita tan deliciosa hasta el fondo de tu garganta”. ¡¡Plaaaas, plaaaas!!, volvieron a sonar, ¡¡Plaaaas, plaaaas!! … una y otra vez… ¡¡Plaaaas, plaaaas, plaaaas, plaaaas, plaaaas, plaaaas, plaaaas, plaaaas,!!.
- “Basta por favor, basta”, dijiste ahora sí intentando liberarte con fuerza.

Pero mi postura era simplemente empujándote sobre la camilla y podías poco más que revolverte mientras los azotes seguían golpeando tus nalgas, enrojeciéndolas más y más.

- “Mira cariño… follar hoy vas a follar… puede ser por las buenas o por las malas, pero no te voy a dejar salir de esta habitación sin follarte todos tus agujeritos… o sea que tú verás… puedo azotarte hasta dejarte el culito en carne viva y luego follarte, o follarte de forma que tú también lo pases bien… tú eliges”… ¡¡Plaaas, plaaas, plaaas!! …. Seguía mi mano descargando en tu culo desnudo.
- “Basta por favor, basta”, decías cada vez más y más nerviosa.

No sé los azotes que recibiste, pero desde luego fueron varios minutos de forcejeos hasta que dijiste que harías lo que yo quisiese… con los ojos llenos de lágrimas de la rabia y también del dolor de la azotaina. Incluso así estabas deliciosa cuando te dejé incorporar, con los ojos llenos de lágrimas de rabia e impotencia y las bragas por la mitad de tus muslos, dejando ahora a la vista por primera vez, tu monte de Venus. Lo llevabas divinamente arregladito, solo una línea de pelo, posiblemente para estar realmente guapa en bikini.

- “Así me gusta… que seas una chica buena. No te preocupes. Hare que lo pases muy bien esta mañana”.

Entonces me acuerdo perfectamente que me acerqué a ti limpiando delicadamente tus lágrimas mientras te miraba a los ojos … pegado a tu cuerpo … con mi erección apoyada sobre tu monte de Venus y mi pecho rozando tus deliciosos pezones … y acerqué mis labios a los tuyos … jamás olvidaré el sabor de tu primer beso mientras mi lengua exploraba tu boca y mis manos recorrían tu cuerpo desnudo … el culo que tanto me gustaba … la preciosa espalda desnuda … tu fino cuello … tus tetas con esos pezones duritos metiéndose entre mis dedos. Fue una sensación de absoluta dominación la mezcla del beso y de tocar tu cuerpo mientras jadeabas aún por los azotes de pocos segundos atrás.

- “Ven, túmbate otra vez en la camilla de los masajes”, te dije mientras te empujaba levemente hacia la camilla. “Pero ahora quiero que te pongas boca arriba… y por cierto… esto ya no lo necesitarás”, dije sacándote las braguitas por los pies. “Quiero que te relajes y te des cuenta que quiero que lo pases bien rubita”.

Increíblemente, tal vez fruto del miedo, o de la indecisión… o de una extraña sensación de excitación por verte sometida… me hiciste caso y te tumbaste en la camilla mirando al techo. No opusiste resistencia a tumbarte, ni tampoco cuando te coloqué las piernas bien abiertas con las rodillas dobladas y los pies casi a la altura de tus nalgas apoyados.

Recuerdo perfectamente tu precioso coñito… tan bien depiladito… esos labios preciosos que escondían un color rosita tan atractivo… y ese delicioso sabor cuando acerqué mi lengua y comencé a comerte.

Tus gemidos de dolor por los azotes se suavizaron enseguida pero no desaparecieron. Mientras te comía el delicioso coñito y sobaba tus preciosas tetas con las manos… tu cuerpo te traicionaba mientras jugaba con tus pezones… las lágrimas desaparecieron de tus ojos y se tornaron en un gesto absolutamente atractivo. Los ojos cerrados suavemente y esa nariz de niña me excitaban muchísimo. Te comí suavemente… centrado en el clítoris … no te quejaste cuando el primer dedo entró en tu coñito … ni con el segundo … ni cuando mi lengua abandonó tu clítoris y bajó a tu culito … un culito que rodeó para luego empezar a lamerlo … y penetrarlo. Todo en ti era delicioso y tu coñito empezaba a soltar un néctar delicioso. Tampoco te quejaste cuando uno de los dedos que tenía en tu coñito se posó en la entrada de tu lubricado culito… pero cuando empezó a presionar ese delicioso y estrecho agujerito…

- “No por favor … eso no … no me metas nada por ahiiiiiii”

Fue tan excitante penetrar tu culito mirándote a los ojos … observando tu expresión mientras mi dedo entraba milímetro a milímetro … observando tus gemidos y finalmente comiéndote la boca mientras uno de mis dedos estaba ya completamente alojado en tu culito y otro alojado en tu coñito.

- “Eres una zorrita rubia y te voy a follar como te mereces Esti”… recuerdo mis palabras perfectamente susurrándotelas al oído, así como tu mirada entre la excitación por lo prohibido y el miedo más básico.

Recuerdo el sabor de tus labio… lo apretado de tu culito mientras mi dedo de movía en tu interior… lo jugoso de tu coñito lubricado.

Después de comerte la boca volví a bajar a comerte el coñito. Con un dedito alojado en tu culito sin sacarlo, mi lengua volvió a jugar con tu clítoris mientras mi otra mano agarraba bien fuerte tus pechos… y no te movías… te dejabas hacer supongo que en una mezcla de miedo y placer… hasta que tus gemidos comenzaron a acelerarse poco a poco.

- “¿Te quiere correr eh rubita?” te dije parando de jugar con mi lengua.
- “Mmhh... sigue por favor… solo un poquito más”.
- “Pero qué zorrita eres. Vamos dímelo”… y te volvía a rozar el clítoris con los labios. “Soy una zorrita y quiero que me hagas de todo… vamos dímelo rubia”.
- “Si… soy una zorrita y quiero que me hagas de todo joder”.

Y entonces te comí con todas mis fuerzas a la vez que un segundo dedo penetraba tu culo arrancándote un gemido de dolor mezclado con el placer.

Ahora no sé lo que pensarás… pero en ese momento te corriste como la zorrita que llevas dentro.

Fue un enorme placer observar tu cuerpo agitándose cuando tuviste ese orgasmo… tu carita enrojecida, tu coñito absolutamente empapado… tus pezones duros y apuntando al techo como dos piedras incrustadas en tu pecho.

- “Ahora me toca a mí, zorrita”, te dije cuando aún te recuperabas del orgasmo robado.

Me levanté y tirando un poco de tu cuerpo, te dejé tumbada en la misma camilla boca arriba pero con la cabeza fuera del apoyo. Así tu cabeza y tu largo pelo rubio colgaban en una posición seguramente poco cómoda para ti.

- “¡¡Ayyy!!, basta, déjame”, te revolviste con poca fuerza. “Noogggg, mmmhhh esso nooogggg”.

Sin darte demasiado tiempo a pensarlo y sujetándote un poco la cabeza me saqué la polla y te le metí en la boca, en esa postura incómoda que te hacía ser más indefensa.

- “Vamos chica no seas egoísta… ahora me toca a mí”.
- “MMmmgggg… nngggooo”, tratabas de sacarte mi polla de la boca.

Pero sujeté bien fuerte tu cuerpo con una mano a la camilla y tu cabeza con la otra, de forma que mi polla entraba y salía de tu deliciosa boquita.

- “MMhhhh, pero qué boquita tienes. Vamos, no te hagas ahora la estrecha que bien te has corrido cuando yo te he comido… ahora te toca a ti rubia”.

Mis movimientos de cadera y tu postura con la cabeza ligeramente hacia abajo hacían que te estuviese follando la boca bien profunda.

- “Seguro que se la has chupado ya a unos cuantos novietes tuyos… venga a ver si puedes comerla enterita”… y te di un buen golpe de cadera clavándotela hasta el fondo.
- “¡¡¡Gggggghhhh!!!”, hiciste una arcada no demasiado grande al notar mi polla en la garganta a la vez que tratabas de escupir tu propia saliva y con tus manos me empujabas con fuerza para sacarte la polla de la boca
- “Mmmhhh, pero qué zorrita eres. Vamos mama fuerte joder. Aprieta bien los labios. Como no te estés quieta esta vez te doy los azotes en las tetazas, rubia”… “¡¡plaaas!!” y golpeé con un azote una de tus tetas con fuerza, para después sujetarte con fuerza un pezón pellizcándolo entre dos dedos.
- “¡¡Augggg!!, baggta, ssggguelttaaa”.
- “Vamos quita las manos y déjate follar la boca rubia…. ¡¡¡plaaas!!!”… otro azote no demasiado fuerte en la otra teta hizo que inmediatamente quitases las manos y las colocases sobre la camilla.

Entonces, a partir de ese momento, ahora te puedo reconocer que fue una de las mejores mamadas de mi vida. Te dejaste follar la boca bien profunda, entre pequeñas arcadas mientras mis manos jugaban con tus pechos y con tu coñito. Fue una maravilla follarme esa delicia de boquita mientras te sujetaba muy fuerte los dos pechos con mis manos… hasta casi llegar a correrme.

- “Vamos que ahora quiero probar ese coñito tuyo… baja de la camilla”, dije sacándote la polla de la boca y dejándote libremente hablar después de muchos minutos de deliciosa mamada.
- “Basta joder, ya me has hecho lo que has querido, por favor no me folles, no tomo nada por favor”.

Sin hacerte demasiado caso te coloqué como cuando te di los azotes: con el pecho apoyado en la camilla y las dos piernas en el suelo. Sinceramente no hiciste demasiada resistencia a que te pusiese en esa postura… aunque tu boca rogase que no te follase, me pareció que tu cuerpo necesitaba sentir mi polla durísima dentro de ti.

Jamás olvidaré lo bien que entró mi polla en tu delicioso coñito … tan lubricado … tan suave y calentito … hasta el fondo mientras sujetaba tu cuerpo sobre la camilla.

- “Por favor no te corras dentro que no tomo nada por favor, no te corras dentro”
- “Dios que maravilla de coñito tienes chica … estas increíble … mmmhh que gozada”.

Te follé bien follada en esa postura sujetándote por las caderas y dándote bien duro hasta el fondo, hasta que mis caderas golpeaban tus deliciosas nalgas. Mis manos tuvieron tiempo de recorrer tu preciosa y suave espalda, tiempo de sujetar tus pechos desde atrás con fuerza, tiempo de sujetar tu cuello para con mi boca comer tus labios y por ultimo … tiempo de volver a meter un dedo por tu apretadísimo culito. Mi dedo una vez clavado notaba perfectamente cómo mi polla se movía en tu interior. Notaba cada pliegue de mi polla y eso me excitaba más y más.

- “Entonces, si no quieres que me corra en esta delicia de coñito … te voy a dar por el culito rubia … me voy a correr en tu culito … “, te susurré muy despacio al oído a la vez que te mordisqueaba el lóbulo de la oreja.
- “No, joder … eso no por favor … eso no …”.
- “Vamos tonta … seguro que tus novietes te lo han follado ya unas cuantas veces, no te vayas ahora a hacer la estrecha conmigo”.

Tampoco hiciste demasiada fuerza por levantarte de tu posición en la camilla con el culito expuesto a mi polla. No sé si realmente estabas agotada de resistirte o sinceramente te apetecía también notar mi polla rompiendo tu culito. La realidad es que te lo lubriqué con saliva, metiendo un dedo bien dentro para que mi polla pudiese entrar y coloqué mi polla a la entrada de tu ano … sujetándola bien fuerte con la mano para enfocarla en el punto correcto.

- “Vamos zorrita … quiero oír cómo te sientes mientras te doy por el culo” … y comencé a apretar muy poco a poco pero sin parar a la vez que sujetaba tu espalda contra la camilla.
- “¡¡Auuu, auuu, auuuuuu!!”, gemías al notar más y más presión en tu puerta trasera.
- “Vamos mejor será que te abras las nalguitas con las manos … así te entrará mejor y no te hará daño rubia”.

Cuando te dije eso en ningún momento pensé que realmente ibas a abrirte el culo para facilitar la entrada de mi polla … pero eso fue justamente lo que hiciste. Con una mano en cada nalga, abriste todo lo posible tu culo y entonces sí mi polla entró como un cuchillo entra en la mantequilla … hasta el fondo.

Tampoco olvidaré como tensaste todo tu cuerpo al principio cuando notaste mi polla clavada en tu culito … estirada como para dejarla paso hasta el fondo … y así me moví y me moví primero muy despacio para luego poco a poco más rápido. Debo reconocer que en ese momento me fascinaste como mujer y no quería hacerte el mínimo daño pero tus gemidos decían que te estaba gustando o sea que te comencé a masajear el clítoris con una mano mientras te daba por detrás bien fuerte.

Cuando noté que te corrías no aguanté un segundo más y te llené el culito de leche. Me corrí en tu interior hasta la última gota … para luego reclinarme sobre ti y volver a comerte los labios … cosa que te dejaste sin mayor problema.

- “Tienes un culo maravilloso Esti … te lo follaría 10 veces al día si pudiese”.

Así estuvimos unos minutos en los que volví a acariciar cada pliegue de tu cuerpo sin sacarte la polla del culito … hasta que ya se quedó completamente flácida y entonces te la saqué.

- “Espera. No te muevas de esa postura, que tengo un regalito para ti”.

Del bolsillo de la chaqueta que aún tenía puesta saqué un pequeño huevito vibrador que había guardado antes de que tú entraras y bajando a tu entrepierna lo metí muy suavemente en tu coñito, dejando fuera el cordón.

- “Así te llevas un recuerdo mío” … y accioné el mando a distancia para que empezase a vibrar.
- “Mmhhhh, joder no lo aguanto, …. Por favor sácamelo”.

Lo paré con el mismo botón.

- “De sacarlo nada rubia … déjalo ahí metido. Solo yo te lo podré sacar … y además te lo sacaré esta misma tarde porque volverás a la tumbarte en la misma tumbona de esta mañana. Esta tarde voy a volver a follarte porque eres un cielo guapa y aunque no lo digas y aunque te hayas revuelto sé que has sacado la zorrita que llevas dentro y te ha encantado que te trate como lo que eres … una zorrita. Ahora puedes vestirte y marcharte … y deja ahí el huevito”.

Con movimientos muy lentos te incorporaste, fuiste al vestuario y te colocaste el bikini y el vestido que traías por encima dándome una nueva oportunidad de observar tu precioso cuerpo desnudo, mientras yo abría la puerta que estaba cerrada con llave. Sin mirar hacia atrás caminaste de espaldas a mí para salir por la puerta … hasta que.

- “Mmmhhh … joderrrr”

Volví a apretar el mando a distancia de tu huevito vibrador.

- “A la tarde espero que te tumbes en el mismo sitio … te voy a follar como te mereces otra vez rubia”.

Y saliste por la puerta caminando muy despacio.

Bueno, aquí termina el relato que quería recordar … me encantaría saber lo que opinas de lo que ocurrió aquel día en el centro de masajes … al final, lo cierto es que nunca nos paramos a hablar de aquello.

Un beso para mi rubia preciosa,

Carlos



¡¡Ah!! Y por cierto … nota para los lectores … a la tarde Esti se volvió a tumbar en la misma hamaca y mirando por la ventana accioné el mando del huevito vibrador … ¿y sabéis qué pasó? … que la muy zorra lo llevaba puesto y empezó a retorcerse muy delicadamente en la hamaca hasta que lo apagué y me acerqué a ella … pero eso os lo cuento otro día a vosotros … o que os lo cuente ella.



Comentarios a carlos_javier_gzlez@yahoo.es



Autor Carlos Javier



No hay comentarios:

Publicar un comentario