Desvirgando al cuñadito

Eran un matrimonio feliz. Elena y Jorge tenían 31 años ella y 32 años él, una familia acomodada económicamente pero en la que la falta de fogosidad de Jorge hacía que Elena buscara algo más allá de las fronteras de su matrimonio.

Dado el poder adquisitivo de la familia contaban con un chalet en el campo, el chalet estaba en medio de una finca y contaba con grandes jardines, una zona de barbacoas y una gran piscina que hacía las delicias de todos los familiares. A Elena le gustaba lucir su cuerpo en la piscina y Sergio, el hermano menor de Jorge, siempre se quedaba como hipnotizado viendo a su cuñada. Este muchacho tenía 18 años pero aún no había saboreado los placeres del sexo, conservaba su virginidad total.

La primavera estaba tocando a su fin y un sol radiante invitaba a pasar ese fin de semana en el chalet. Jorge llamó a su familia, su padre y su madre con su hermano Sergio, su hermana con su marido y sus hijos, la familia de Elena era muy pequeña además de poco sociable, cosa que a Elena le daba igual, ella se bastaba con la familia de su marido y se divertía provocando a su pequeño cuñado.

La cantidad de pajas que se había tenido que hacer pensando en ella. En alguna ocasión hizo como si se le hubiera caído el bikini para enseñarle los pechos al joven muchacho, otras veces pasaba delante de el con su albornoz al salir de la ducha y dejaba que se abriera un poco. Le divertía ver la cara que ponía ese jovenzuelo cada vez que ella enseñaba un poco de carne. La verdad que el cuerpo de Elena era un monumento a la belleza, se cuidaba mucho y eso se notaba. Ella era el centro de miradas de muchos hombres pero lo que le atraían era los jóvenes, le gustaba calentar a su cuñado.

Llegaron al chalet y se dispusieron a soltar el equipaje y planear lo que iban a hacer ese fin de semana. Al cabo de unas horas llegó la hermana de Jorge con su marido y sus hijos. Poco después llegaron los padres con Sergio, que ya estaba emocionado sólo de pensar que volvería a pasar un fin de semana viendo a su cuñada. Con suerte le vería otra vez las tetas, o el culo, o quien sabe qué le dejaría ver esta vez.

Tras los saludos y abrazos de rigor empezaron a contarse lo que habían hecho desde la última vez que se vieron, batallas y risas de unos y otros. Sergio no paraba de mirar de reojo a su cuñada y ésta se dio cuenta. En un par de ocasiones le devolvió la mirada con una sonrisa pícara, cosa que hizo que se ruborizara el joven cuñado. Estuvieron un rato hablando entre todos y tras acordar lo que iban a hacer decidieron ir a la ciudad a comprar todos los víveres.

A Elena eso no le gustaba, se tardaba una hora en llegar a la ciudad, luego en el centro comercial se tarda otras dos horas y otra hora mas para volver. Su marido sabía que ella no iba a querer ir así que le dijo a su hermano menor que se quedase con ella y que fuera organizando el jardín para cuando ellos llegasen empezar con la barbacoa. Se iba a quedar sólo con su cuñada en el chalet durante unas cuatro horas más o menos. Aquello era una de sus fantasías eróticas, estar a solas con su cuñada y follársela por todas partes. Cuando oyó las palabras de su hermano dándole las instrucciones le sonaron a gloria miró de reojo a su cuñada y esta de nuevo le devolvió una sonrisa pícara, pero esta vez lamiéndose los labios.

Montaron en los coches, Jorge con sus padres y su hermana con el marido y los niños. Se despidieron recordándole a Sergio que tenía que dejar preparado todo para cuando llegaran empezar con la barbacoa. Cuando se marcharon Elena le dijo a su cuñado que iba a ponerse el bikini. Aquello sonó en los oídos del muchacho como un regalo. Empezó a limpiar las mesas y sillas del jardín, disponiéndolas de manera que todos estuvieran sentados en torno a dos mesas paralelas. A lo poco apareció Elena, llevaba un bikini rojo chillón que le tapaba poco más que la mitad de sus pechos. En su parte baja el bikini cubría con un pequeño triángulo de tela por delante y un hilo por detrás. A Sergio se le salieron los ojos de sus órbitas cuando vio a su cuñada con esa indumentaria, nunca antes la había visto con un bañador tan provocativo. La siguió con los ojos desde que salió del chalet hasta que se tumbó en la hamaca a tomar el sol. Ella se había percatado de las miradas de su cuñado, para provocarle aún más dobló la toalla que tenía en la mano y la tendió sobre la hamaca, agachándose y sobresaltando la figura de su precioso culo mirando a su cuñado. Sergio estaba que no podía con tanta excitación.

Se tumbó boca arriba para broncearse y de reojo pudo ver como el chaval seguía trabajando en su acometido, mirándola de vez en cuando para alegrarse la vista. Le apetecía jugar con el muchacho y estaban solos durante por lo menos cuatro horas, así que no desperdició la oportunidad de darle una dosis de excitación y quien sabe que más se le apetecería hacerle a su cuñadito.

Lo llamó y este vino corriendo hasta ella, le señaló el bolso y le pidió por favor que le juntase crema protectora para no quemarse. Aquel chaval no sabía que decir por la excitación que esa propuesta le produjo. Agarró el bote de crema y al darse la vuelta observó que su cuñada se había girado. Frente a él tenía a su cuñada boca abajo, dándole la espalda para que se la broncease, pero la espalda no era lo que atraía la atención de aquel joven, era ese hermoso culo que sólo estaba tapado por un filo de un bikini tanga. Aquello hizo que se empalmara de manera espectacular, y eso que no había empezado a tocarla.

Se untó un poco de crema en las manos para impregnarle la espalda. Elena notaba como las manos de su cuñado chocaban continuamente con la parte trasera de su bikini, así que consciente del empalme que su cuñado tenía, le pidió que se lo desabrochara, para darle mas gracia al asunto. Sergio no dudó un momento y le desabrochó la parte de arriba del bañador, ahora su hermosa cuñada tenía la espalda desnuda y podía tocarla entera. Por los lados asomaba un poco de cada pecho y de vez en cuando hacía una pasada cerca de ellos para intentar tocarlos. Elena era consciente de los intentos de su cuñadito y eso le hacía gracia a la vez que le gustaba. Le estaba dando placer a un joven sin hacer ningún esfuerzo.

Acabó de untarle la crema por toda la espalda hasta el filo superior de su tanga. Elena que sabía de la excitación que tenía ya el muchacho, le pidió que siguiera dando protector por el resto del cuerpo, piernas y muslos. Aquello superó las expectativas de Sergio. Volvió a la carga con una sonrisa de oreja a oreja. Sus manos empezaron a deslizarse por las pernas de su cuñada, subiendo poco a poco hasta llegar a su culo. Elena le animaba a seguir, notaba como le daba vergüenza a su cuñado tocarle el culo pero le estaba gustando la sensación de unas manos temblorosas acariciando sus nalgas.

Sergio pareció haberse fijado únicamente en el culo de su cuñada, sus manos no salían de las nalgas, las amasaba una y otra vez aprovechando cada centímetro de la piel. Elena, que ya estaba empezando a disfrutar decidió excitar un poco más al chico. Empezó a gemir de placer, aquello hizo que Sergio se excitara aún más.

Estuvieron un rato así, hasta que Elena decidió subir un escalón mas en la provocación. Se dio media vuelta y dejó los pechos al aire mirando a su cuñado, los ojos del chaval se abrieron como platos al ver aquellas tetas, sentía ganas de acariciarlas pero no se atrevía a hacerlo. La cuñada se percató de sus deseos y le agarró sus manos, mirándole a los ojos le dio un beso corto en los labios y llevó las manos del chaval hasta sus pechos. Empezó a moverle las manos para que los acariciara.

Sergio no sabía que hacer, estaba embobado mirando los pechos de su cuñada, poco a poco empezó a mover las manos por iniciativa propia pero su cuñada ya quería algo más. Llevó una mano de aquel chico por encima de su cuerpo hasta ponerla entre sus piernas por debajo del bañador. Aquello era nuevo para el, estaba tocando un coño por primera vez en su vida y era el de su cuñada. Muchas veces se había pajeado pensando en este momento y ahora no sabía que hacer.

Elena le miró sonriendo y al ver que la mano del joven no hacía nada puso la suya encima. Empezó a moverla para que le acariciara el clítoris, el dedo de Sergio empezó a reaccionar y se introdujo dentro de la raja de su cuñada. Elena estaba empezando a disfrutar y en el movimiento de sus caderas se notaba. Apretaba la mano de su cuñado fuertemente, no quería perder un mínimo del placer que aquello le estaba dando, sus jadeos hacían que el chico se excitara aún más.

Ya se estaba cansando de que un niño la masturbara, decidió que quería algo más que un dedo entre sus piernas. Con su mano bajó la cremallera del pantalón de su cuñado y la introdujo en el. Buscó debajo de la ropa interior y cuando encontró el miembro del muchacho notó cómo ya se había corrido. Aquello hizo sospechar que el chaval no había tenido mucho sexo en su vida. Cuando le pregunto por su virginidad gimió de placer al enterarse de que el muchacho, a sus 18 años aún era virgen.

Elena se incorporó, ya no quería estar mas en la hamaca, era hora de que aquel muchacho se despidiera de su virginidad y ella iba a disfrutar haciéndolo. Lo agarró de la cintura y le dio un largo beso en la boca. Su lengua se deslizaba dentro de la boca de su cuñado, que con sus manos empezó a palpar todo el cuerpo de ella. Lo llevó a la cama para follárselo.

Sergio estaba entre nervioso y excitado, se había tirado en la cama siguiendo los gestos de su cuñada, ya no tenía los pantalones ni calzoncillos, estaba totalmente desnudo y su polla estaba medio dormida. Aquello no resultó problema para Elena, que se arrodilló delante de su cuñado poniendo sus piernas entre las de ella. Con una mano agarró el miembro de aquel chiquillo y le miró a los ojos. Empezó a pajearlo y a tocarse las tetas, el rabo del chico no tardó en ponerse de nuevo erecto. Relamiéndose los labios bajó su boca hasta meterse entera aquella polla. El chico empezó a disfrutar como nunca antes lo había hecho. La boca de su cuñada le estaba dando un placer incomparable con las pajas que se hacía pensando en ella. Elena no paraba de subir y bajar su cabeza. Lamiendo y pajeando a aquel chaval que se retorcía de placer.

No tardó mucho en llegar a su fin, le avisó de que se iba a correr pero ella hizo caso omiso, quería probar el semen de un joven virginal. Siguió con su mamada, de aquella polla comenzó a brotar un semen que no dejó escapar ni una sola gota. El chico se retorcía del placer que aquello le estaba provocando. Vació sus testículos dentro de la boca de su cuñada, que saboreaba aquel líquido mientras lamía su verga sin parar. Le dejó que descansara pero no mucho tiempo. Elena estaba totalmente excitada y quería sentir aquella polla dentro de si.

Obligó a Sergio a comerle el coño durante un rato, sabía que el chico se correría antes de tiempo y por eso quería estar totalmente excitada y lubricada. Sergio le comió el coño durante unos cinco minutos, metiendo su lengua todo lo dentro que pudo, se ayudó de dos dedos para aumentar el placer a su cuñada. Aquello la pilló desprevenida porque no se esperaba que el chico inexperto tomara esa iniciativa. Dejó que siguiera comiéndole el coño un poco más mientras también le metía los dedos. El hecho de tener a un joven en su primera vez comiéndole el coño le daba un placer especial. El chico se esforzaba con su lengua, lamiendo el clítoris de su cuñada e introduciendo una y otra vez sus dedos para disfrute de ella.

Elena estaba disfrutando bastante y se notaba. Estaba llegando al clímax y le gritó al chico que si quería saborear un coño corriéndose siguiera así. Eso animó al joven muchacho a lamer con más intensidad y aplicarse en sus tareas manuales. Elena empezó a jadear y moverse con más intensidad, estaba a punto de darle al muchacho una dosis de placentero líquido vaginal.

Entre gemidos y convulsiones su cuerpo estalló en oleadas de placer, Sergio notó en su lengua un sabor salado que anunciaba la llegada del placentero fluido, al igual que ella se negó a parar y por el contrario aceleró sus lamidas y penetraciones. Eso hizo que aquella mujer soltase gritos de placer a la vez que se agitaba.

Había empapado la cara de Sergio con sus flujos, para sorpresa de ella el chico le había hecho gozar más de lo que se esperaba. Lo tumbó en la cama y de nuevo la polla del chico estaba flácida. No le costó trabajo empalmarla frotándola con sus tetas. Estuvo así un rato para deleite del chico hasta que le puso la polla tan dura como una roca de mármol. Era el momento de metérsela dentro.

Elena se arrodilló sobre el poniendo su culo en la barriga del chico, le dio un beso en la boca, chocando su lengua con la de el. Empezó a andar atrás pasando la polla del chico, que estaba totalmente empalmada, entre sus nalgas. Con la punta del prepucio tocó el ano de ella, empezó a moverse un poco para darle placer al chico. Elena se atrasó un poco mas para que la polla de su cuñado se metiera dentro de ella. Sergio se encogió ante la sensación que le produjo la repentina penetración. Era la primera vez que estaba dentro de una mujer, nunca imaginó que sería así.

Con la polla de aquel muchacho dentro Elena empezó a moverse, desplazaba su cadera adelante y atrás mientras aquel chico la miraba como si de una diosa se tratase. Tuvo que ser ella quien le dijera que la tomara por las caderas para acompañar el movimiento. Sabía que tenía que decirle todo lo que tenía que hacer. Sergio la agarró por las caderas y la estuvo acompañando un rato. Sus manos se fueron para las tetas, que saltaban con el movimiento cada vez mas acelerado de Elena. Las estuvo manoseando un rato y luego se fue para los muslos. Agarró el culo de su cuñada y apretaba con fuerza, el movimiento de caderas de Elena empezó a subir el ritmo, Sergio estaba jadeando y se iba a correr ya. Elena le animaba a que aguantase pero el jadeo de ella, sus movimientos cada vez mas acelerados y sus tetas saltando delante de sus ojos hacían que el chico tocase el cielo del placer.

La polla del muchacho estalló como un volcán dentro del coño de Elena, descargando lo poco que había podido generar. Sergio se encogía del placer que le estaba dando aquello, pero el continuo movimiento de su cuñada le provocaba un placentero dolor. Elena no quería que eso acabara para ella, estaba a punto de correrse y no quería quedarse sin su orgasmo. Empezó a moverse más deprisa agarrando las muñecas del chico. Sus caderas se convirtieron en un ir in venir incesante mientras su respiración se aceleraba, lanzando de vez en cuando un grito. Sergio con su polla sensibilizada por la reciente corrida, apretaba los dientes y cerraba los ojos, estaba en una mezcla de dolor y placer, su cuñada estaba a punto de correrse y el, que ya se había corrido, estaba preso de la lujuria de Elena.

Para suerte del muchacho la cuñada explotó en un orgasmo acompañado de un grito. Dejó de moverse tan rápido pero no por ello paró. Aún con las muñecas de Sergio agarradas dejó quietas sus caderas. Todavía tenía la verga dentro, pero ya se estaba poniendo flácida. Se dejó caer sobre su cuñado, le dio un beso en la boca y se quedó sobre el un rato hasta recuperar el aliento. Sergio ya libre de sus muñecas aprovechó para abrazar a su cuñada y acariciarle las nalgas un rato.

Ya calmados y con el cuerpo normalizado Elena se levantó. Aún tenía dentro la polla de su cuñado, que otra vez se había puesto dura, se puso de pie y al sacarse el rabo de Sergio, este gimió de dolor. Tenía el glande rojo y sangraba un poco por el prepucio. El chico se asustó pero su cuñada se mojó los dedos en saliva y le limpió la punta de la polla.

-Enhorabuena cuñadito, ya no eres virgen, ahora te vas a llevar un par de días dolorido, pero te recuperarás. Entonces yo estaré dispuesta a verte otra vez.

Aquello fue un regalo para sus oídos, su cuñada le había arrebatado la virginidad y parece que había disfrutado con el. Le dolía mucho la polla por el sobreesfuerzo de complacerla plenamente, pero mereció la pena. Había perdido la virginidad con la dueña de sus fantasías eróticas.

Escrito por narrador

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