Un encuentro afortunado (2)

Ahora si me vas a decir de donde conoces a esa diosa-
Gerardo hablaba cubriéndose la boca para evitar que la profesora de literatura lo viera perdiendo el tiempo en lugar de tomar apuntes, desde aquel día en el bar no había parado de preguntarme por Laldia, yo solo le respondía encogiendo los hombros “es una amiga del campus”, pero él quería detalles y yo no estaba dispuesto a dárselos
-ya te dije es una amiga nada mas-
La profesora nos lanzó una mirada asesina desde la pizarra donde estaba explicando dios sabe que, mi mente vagaba por los recuerdos de aquel viernes por la noche…Laldia había entrado al bar y luego de localizarme había alargado un dedo hacia mí, ante la sorpresa de todos me había acercado despacio odiando tantos ojos sobre mi
-hola-
Su voz era la misma que recordaba, campanitas repiqueteando atraves de mi cuerpo
-hola, puedo sentarme-
-claro-
El silencio en el local era tal que se podía oír el aleteo de una mosca, ella miro a todos y las conversaciones se reanudaron en el acto
-¿cómo estás?-
Pregunte mirando la mesa, no me atrevía a mirarla a los ojos, me sentía avergonzado, tal vez sería bueno pedirle disculpas por aquel incidente, dios sabía que me había comportado como un animal al aprovecharme así de ella
-estoy bien ¿y tú?-
-Laldia yo…lamento lo de ese día-
Aun no la miraba y su silencio me hiso levantar los ojos, ella me observaba divertida como si un niño malcriado confesara una travesura
-no lo lamentes, la pase muy bien-
-ehmm…si yo también, pero…-
-No digas nada, no estropees el momento-
Una sonrisa boba curvo mis labios, era inevitable sentirse como un imbécil ante aquella mujer, aun no sabía que había hecho para merecer su atención
-Quieres tomar algo-
Como todo un caballero llame al barman que se acercó solicito a nuestra mesa, luego de pedir un par de cervezas mi nerviosismo se convirtió en curiosidad, quería saber todo lo relacionado con esa mujer tan misteriosa
-¿Qué estudias?-
-Historia del arte-
-en que ciclo vas-
-tercero-
Más que una conversación entre amigos parecía un interrogatorio, me pase las manos por el cabello como intentando calentar mi cerebro y ver si así dejaba de ser un completo imbécil, un completo idiota, un completo pobre diablo con el coraje de una niñita de 5 años, una suave melodía de esas empalagosas y que a las mujeres les encanta (creo que era Alejandro Sanz o algo así) sonaba por los parlantes del bar
-Quieres bailar-
Laldia parada a mi lado y con la mano extendida me pedía bailar con ella, empecé a sudar frio y las piernas tomaron la consistencia de una gelatina
-ehmm…no bailo-
Mi falta de coordinación y mi poco oído a la música me hacía un pésimo bailarín de cualquier tipo de género musical, no quería correr el riesgo de pisarla
-esta vez si-
Con esa sonrisa que hacia resaltar sus preciosos caninos ligeramente sobresalidos me atrajo a ella, acomodo mi mano en su cintura y la otra la tomo con la suya llevándola a mi pecho, su cabello rozaba mi mandíbula y el olor que desprendía era el mismo de la otra noche dulce y florar, solo nos mecimos parados en el lugar sin hablar
-si bailas-
-Contigo como pareja es fácil-
Ambos reímos y continuamos bailando hasta que la canción termino pero aun asi permanecimos en ese movimiento de lado a lado, podía haber pasado horas o años y no nos habríamos dado cuenta hasta que una interrupción nos sacó de nuestro transe
-eh, Eduardo perdón por interrumpirlos pero me voy a casa ¿te vas quedar?-
Gerardo trataba de mirarme a mí pero inevitablemente sus ojos recorrían a Laldia, él siempre era el que llamaba la atención de las féminas pero por una ves una de ellas solo me miraba a mí, Laldia levanto sus hermosos ojos y rompió el contacto de nuestros cuerpos, no sin antes darme un beso en los labios
-Me tengo que ir-
-Aun no-
Mi voz era un ruego quería estar más tiempo con ella, con una leve sonrisa me dio otro beso y salió del bar…
-Eduardo-
La voz de Gerardo me trajo al presente, la clase ya estaba vacía y solo quedábamos los dos, en los pasillos la gente murmuraba al verme pasar, era obvio que todos los que habían estado en el bar el viernes habían visto ese beso, y seguro como que dos más dos es cuatro la voz se había corrido
-Eres una leyenda-
-¿leyenda?-
-No jodas-Gerardo puso los ojos en blanco-, la mujer parece una súper modelo o una actriz, ninguna de las chicas de esta universidad, que digo universidad, de esta ciudad siquiera le llega al callo a esa escultura de mujer-
Eso se lo tenía que conceder, su belleza era demasiado perfecta casi irreal, y pensar que la había saboreado, que la había hecho tener un orgasmo, la verga se me erecto al instante como buscándola, siempre que pensaba en ella lo mismo ocurría no importaba si estaba cansado, dormido o en plena vía publica, puse uno de mis libros a la altura de mi problema, quizás si hubiera sido solo sexo la situación fuera más llevadera pero la verdad es que solo con su campaña me contentaba, ver esos ojos violetas esos labios y esa sonrisa dulce, por dios era patético, y para colmo de males otra vez me había olvidado de pedirle su maldito teléfono
-¡Eduardo!-
Por el corredor venia Mery agitada, su cara redonda tenía un rubor producto del esfuerzo de correr, Gerardo me miro con la boca media abierta
-hola-
-eh…hola Mery-
Cuantas veces había soñado con saludarla y hablarle pero ahora que la tenía en frente no sabía que decirle y no por mis nervios si no porque en realidad no tenía nada que decirle
-Ya tienes pareja para el trabajo-
Sus ojos eran anhelantes como si esperara que aún no tuviera compañero, yo siempre hacia todos los trabajos con Gerardo y no veía por qué esta vez sería distinto
-La verdad…
-No, no tiene-
Gerardo fue el que contesto por mí, Mery puso cara de alegría mientras se mordía el labio inferior
-Genial, entonces te parece si hacemos pareja-
Mi aturdimiento no pasaba y las palabras no salían solo aire de mis pulmones
-El estará encantado de ser tu pareja-
Gerardo estaba haciendo las veces de traductor
-Listo, te parece si paso por tu casa a las 8 para ver los temas-
-este…si claro-
Ella estaba parada como esperando algo pero Gerardo una vez más me salvo entregándole un papel con algo escrito probablemente mi dirección, Mery recibió el pequeño papel y se despidió de ambos
-¿Qué perfume estas usando?-
Gerardo tiraba de mi ropa olisqueándola
-anda no seas imbécil suéltame-
Le jale la manga de mi camisa que se llevaba a la nariz
-sabes que no uso colonias-
-entonces por que todas las hembras te miran con cara de querer arrancarte un pedazo-
Asombrado por semejante estupidez mire alrededor y mi sorpresa fue aún mayor, todas y cada una de ellas me sonreían al pasar, y no burlándose, me miraban con deseo, A MI!!!!
-Ese debe ser el efecto-
-De que carajos hablas-
Trataba de caminar lo más rápido posible a mi próxima clase todos esos ojos femeninos me ponían nervioso
-El efecto pues tarado-
Prosiguió Gerardo
-Después de haberte visto con esa muchacha espectacular todas se preguntan qué puedes tener para que semejante espécimen de mujer se fije en ti, es el efecto-
Su lógica me sonó a mierda pero luego de haber caminado por casi todas las aulas y tener el mismo efecto en todas las mujeres empecé a pensar que podía tener razón
*****************
Eran las 7 y media de la noche, Mery había quedado en que vendría a las 8, Gerardo me obligo a comprar condones, velas aromáticas, y a masturbarme, esto último me parecía una locura pero luego de explicarme que si me la follaba y me venía en 2. 5 minutos la cagaria olímpicamente, le hice caso y no por que estuviera planeando eso, si no porque su cháchara me tenía loco, el timbre del departamento sonó y mi fiel amigo abrió la puerta, ahí estaba Mery, deliciosa, vestida con una minifalda de jean azul, botas negras y una chompa de cuello alto que le marcaba los senos, su cabello rojizo caía como una cascada por sus pechos enmarcando su rostro
-Hola-
Saludo y con un movimiento del brazo (tipo torero) Gerardo la invito a entrar
-Bueno niños, yo les dejare estudiar como buenos alumnos que son y me iré…por ahí…buenas noches-
Gerardo me dio un guiño a espaldas de Mery, levanto ambos pulgares y luego hiso un gesto obsceno moviendo las caderas de atrás adelante como si se follara el aire
-Ven vamos a sentarnos-
Mery camino guiada por mi hasta uno de los sillones de la sala, eran la 1 de la mañana y tanto mis ojos como mis dedos estaban cansados de tanto leer y escribir, ella parecía igual de exhausta, bostezando se estiro levantando ambos brazos encima de su cabeza, sus senos sobresalían como apuntándome directamente
-Tienes hambre, puedo pedir algo de comer-
Dije para salir del apuro mientras tomaba el teléfono esperando alguna sugerencia de a que llamar, yo esperaba que diga pizza o comida china pero en cambio pidió
-tienes cerveza-
No me esperaba eso, colgué el teléfono y fui al refrigerador, gracias a mi amigo en esta casa nunca faltaba cerveza, le alcance una a ella y me tome una yo, luego de darle un largo trago a su trago Mery me miro con un ligero rubor en sus mejillas
-¿Dónde es tu habitación?-
Le señale con el dedo la puerta más cercana de la cocina
-Me la enseñas-
Casi me atoro con el líquido, tratando de respirar y limpiándome lo que me había resbalado por el labio asentí, ella se incorporó y espero a que abriera la puerta, mi cuarto es pequeño pero siempre lo mantengo en orden, la pequeña cama cerca a la ventana el escritorio personal al costado, el mueble donde guardo la ropa al lado de la puerta, un espejo tamaño cuerpo entero y una mesa de noche con una lamparilla, algunas fotos familiares, nada del otro mundo, ella camino por la pequeña habitación hasta que llego la cama y se sentó en el borde
-es cómoda-
Dijo brincando suavemente sobre la cama, sus ojos recorrieron las paredes y el inmobiliario, no sabía que era lo que buscaba o pensaba encontrar, sus manos fueron a la mesa de noche y abrieron el primer cajón, muy tarde recordé lo que había guardado ahí hasta que vi el papel metálico relucir entre sus dedos
-condones-
Ella me miraba fijamente, aunque no podía precisar si horrorizada o que, en un segundo estuve a su lado y cerré el cajón, pero ella aun tenía el condón entre los dedos, no podía arranchárselo
-este…eso…ehmm-
-Me imagino que con esa novia tuya debes estar preparado-
¿Novia?, que yo supiera no tenía novia, a no ser que se refiriera a Laldia (ni en mis sueños más locos ella podría ser mi novia), ella había estado en el bar ese día podía ser por ella que lo decía
-no tengo novia-
-y la chica de aquel día, la del bar-
Bueno técnicamente no era mi novia, solo no habíamos besado y…bueno el resto, así que no estaba mintiendo ni negando nada, además quien podría negar a Laldia
-es solo una amiga eso es todo (lamentablemente)-
Mery me miro con intensidad y sonrió complacida, como si le hubiera dado una buena noticia
-por qué no te sientas a mi lado-
Ella palmeo la cama y yo obedecí, la podía sentir nerviosa a mi lado como si no supiera que hacer, tome aire y me acerque a sus labios, esperaba una cachetada pero su boca me recibió, su lengua salió enseguida buscando la mía, unos gemiditos agudos salían de sus labios mientras se acomodaba más cerca de mí, estábamos muy cerca, sus pechos se refregaban contra el mío, mi respiración se hacía cada vez más dificultosa por la excitación, mis pantalones ajustaban y no porque me quedaran chicos, con un arranque nada propio de mi la levante por la cintura y la arroje contra la cama , ella me miro sorprendida pero al instante se acomodó entre los cojines, gatee por la cama como acechándola y la volví a besar, sus manos me jalaban contra ella y sus piernas se abrieron esperándome, mi pelvis se movió con rudeza contra ella, sus grititos de placer , perforaban la noche, ella me alejo un poco y con rapidez se quitó la chompa, no llevaba sostén, sus pechos saltaron libres y el contacto con el aire los endureció, me acerque y los empecé a besar haciendo círculos alrededor de la aureola, tome uno de ellos y lo apreté ligeramente mientras que al otro solo le pellizcaba el pezón, era todo como siempre lo había querido, Mery en mi cama abierta para mi dispuesta a todo, pero entonces por qué se filtraba una imagen en mi mente, Laldia en la misma posición gimiendo, moviéndose, apreté los ojos con fuerza para borrar ese recuerdo, me volví a concentrar en sus pechos, mis manos bajaron por sus piernas y le subí la falda, solo me separaba de su humedad una ligera tela de algodón, baje un dedo y estaba lista, resbalosa y caliente, ella me apretó la cabeza como apremiando mi siguiente movimiento, sin pensarlo le quite la pequeña ropa interior , su sexo estaba parcialmente depilado, en el monte habían bellitos, NEGROS, que decepción no era pelirroja natural, nada era perfecto en esta vida, pero una imagen de un sexo totalmente depilado vino a mi
-Mierda-
Dije molesto por aquellos recuerdos pero Mery lo tomo como si estuviera realmente excitado, ella levanto el cuerpo y se acercó a mi besándome, comiéndome los labios, sus manos estaban en mi cierre bajándolo, la erección pedía a gritos ser liberada y guardada en un ambiente cálido y húmedo, obedecí y baje los pantalones, ella acaricio mi sexo con una sonrisa lasciva, en mis fantasías era una niña inocente que había que tratarla con delicadeza pero en la realidad era una mujer con muchas ganas de follar, otra decepción, estaba a punto de penetrarla pero me detuvo poniendo el condón cerca de mi nariz
-por favor-
No le respondí solo saque del envoltorio el preservativo y me lo puse, ella guio mi miembro a su entrada con la mano, pero no me dejo meterlo, lo retuvo un instante sobándolo por toda su hendidura esparciendo sus jugos
-Quiero que me la metas duro-
Su voz era un ronquido profundo cargado de erotismo, no había nada de la niña dulce que me había gustado en un principio, y no era que me disgustara que una mujer gozara al máximo del sexo pero algo me dijo que era falsa, con poses de niña buena cuando en realidad no lo era, de pronto mi verga se ablando, le retire la mano de mi sexo al instante, no pareció darse cuenta de mi apuro, seguí besándola tratando de concentrarme en sus gemidos y movimientos, pero nada, la porquería no se levantaba, de pronto el cuerpo de Mery se transformó en el de Laldia, Dios, era como la recordaba, mi verga revivió y se lanzó contra su centro, la embestida fue brutal, y el grito que dio también, sus manos se aferraban a mis brazos tratando de mantenerse en su lugar, el bombeo era frenético, la tome por la nuca y jale del cabello, su garganta quedo expuesta, como un poseso bese su cuello bajando hasta los pechos perfectos de Laldia, la tome por los tobillos y le subí ambas piernas juntándolas en lo alto, su perfecta rajita brillaba por su liquido esparcido, apunte y la metí con fuerza, la cama crujía y los soportes se quejaban junto a nosotros, todo un coro de sexo, mis pelotas subieron y un temblor recorrió mi espina dorsal, las nalgas se contrajeron y ese picor pre-eyaculación se cebaba de mi glande, empuje con fuerza en su interior, dos, tres veces, hasta que todo sonido seso, y un placer sin igual me hiso derramarme dentro de ella, los gemidos bajo de mi eran gritos de placer ella también estaba teniendo un orgasmo, los espasmos de su sexo masajeaban mi polla extrayendo hasta la última gota, con la respiración entrecortada mire a Laldia pero ese cuerpo ya no era de ella, era Mery que me miraba con las mejillas enrojecidas y un fino sudor que perlaba su frente, me aleje de ella en shock
-está todo bien-
Mery se cubrió los pechos con su chompa y cerro las piernas, se le veía preocupada, yo mire mi sexo flácido, de el colgaba el condón lleno de esperma, me sentía fatal, como había podido estar con Mery mientras pensaba que era Laldia
-Estoy bien es solo un calambre en la pierna-
Ella pareció aliviada, miro su reloj y los ojos casi se salen de sus orbitas
-Son casi las seis de la mañana-
Mire afuera y efectivamente estaba amaneciendo, Mery se puso la ropa con rapidez y con un beso rápido en los labios salió corriendo del departamento
****************
-Te has tirado en menos de una semana a dos mujeres, así que cambia de cara hombre-
Gerardo siempre relacionaba la felicidad con cuantas mujeres te habías tirado en una semana, mientras mayor era el numero tu felicidad tenía que ser mayor, ya había pasado una semana y no había vuelto a ver a Laldia y para colmo Mery me seguía a todos lados, solo esperaba que no hubiera tomado esa noche como que éramos novios, por dios ya sonaba como Gerardo, pero no lo podía evitar Mery ya no me importaba, con un bostezo maldije, habían cambiado de horario la clase, antes era por las tardes pero el nuevo profesor pidió que fuera a las nueve de la noche, no lo conocía pero ya lo odiaba
-Buenas noches-
El aula entera miro a la puerta y un hombre guapo (no soy de ese equipo pero no podía negar que era guapo) entro, sus hombros anchos, mandíbula angulosa y cabellos negros, hacían que las féminas se revolvieran en sus asientos, tenía los ojos cubiertos por unas gafas de sol a pesar que era de noche, con un movimiento grácil a pesar de ser musculoso se quitó las gafas, no estaba tan alejado de el por lo que pude ver el color de aquellos ojos, violetas, eran violetas
-Mi nombre es Rage y seré su profesor de psicología-
Aquellos ojos violetas vagaron por el aula hasta que se centraron en mí, una ráfaga helada recorrió mi cuerpo, no dijo una palabra no hiso una mueca pero podía sentir ira saliendo de aquellos ojos, me odiaba, lo sentí en los huesos y presentí que la razón era por una persona con esos mismo ojos violetas
Continuara…

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