Un viaje inolvidable

No sabía ni su nombre y ya no podía dejar de pensar en él y eso me inquietaba…¿Qué me pasaba? ¿Por qué un hombre que vi por tan sólo unos segundos se había clavado en mi cabeza? No llevaba ni 24 horas en esa ciudad y ya comenzaba mi aventura, sabía que no podía perderme este viaje.
Mi trabajo no es el mejor pero mi jefa me tiene una confianza enorme; me manda a supervisar los negocios que tiene fuera del D.F cuando se presenta un problema. Esta vez no fue la excepción…tenía que irme a Metepec toda una semana porque teníamos que contratar personal. Me gusto la idea de cambiar de aire, el cuadro era perfecto: yo en un lugar donde no conocía a nadie, fuera del tráfico y la locura que es esta ciudad, en un hotel con todos los gastos pagados y lo mejor…sola, o al menos eso creí yo.
Llegue un sábado por la mañana. Después de instalarme y desayunar en el hotel me fui para el trabajo, abrí el local, hice un inventario…todo marchaba de lo más normal hasta que lo vi. Pasaba justo frente a la puerta, no sé que me hizo voltear hacia ella pero en verdad lo agradezco…un cabello largo y rizado fue lo que me hizo ponerle más atención, llevaba un pantalón pegado que delineaba perfectamente su trasero, una playera negra de lyckra que enmarcaba ese de abdomen de en sueño y unos brazos fuertes que deseaba sentir rodeando mi cintura… Siguió caminando hasta que entro al restaurante que estaba frente a mi trabajo, pensé que comería ahí o algo parecido pero para mi sorpresa (y muy grata debo decir) salió unos minutos después vestido muy diferente a como lo vi entrar…era mesero del lugar.
“Ya tendré algo para recrearme la pupila toda esta semana” pensé y volví a concentrarme en los pendientes del trabajo. Así transcurrió la tarde, de vez en cuando me dedicaba a buscarlo con la mirada pero no tuve éxito. Cerré el local y pase frente al restaurante con la esperanza de verlo y lo conseguí: estaba limpiando una mesa. Tenía un aire serio, más bien de esos hombres que se sienten y creen inalcanzables, y aunque odio ese tipo de actitudes no podía dejar de estar fascinada con él.
Me dirigí a mi hotel, cene, me di un baño y me acosté dispuesta a descansar y a dormir…pero no podía conciliar el sueño, deseaba a ese hombre en mi cama, quería besarlo, sentir sus manos recorriendo todo mi cuerpo…no entendía por qué tenía ese tipo de deseos con alguien que acababa de conocer o más bien de ver. Ni siquiera me devolvió una mirada y ya me tenía completamente loca de pasión. ¿Cómo lograr hacer realidad todos mis deseos si no sé absolutamente nada de él? Ese hombre era un reto…y a mí me gustan los retos. Pienso que la vida es pasión, que hay que arriesgarse por conseguir lo que uno quiere, y también sé que las cosas que cuestan trabajo son las mejores…
Así transcurrió mi semana, trabajando y viendo a ese chico que despertaba mi lujuria hasta que llego el viernes. Había salido tarde de trabajar porque se presento un problema con un cliente y eso me altero demasiado, no había comido en todo el día, necesitaba un café y un cigarro para relajarme. Y ahí lo vi, estaba solo parado en la entrada del restaurante…era mi oportunidad, no podía perder el tiempo, regresaba al día siguiente al D.F y aún no había hecho nada, así que decidí actuar. Camine hacia él y con una sonrisa le dije:
- Hola, disculpa. ¿Sabes donde puedo comprar un cigarro a esta hora?
- Sí, hay un Oxxo a dos cuadras de la gasolinera. – me dijo con un tono muy poco amigable
- Gracias – le dije sonriendo y me fui.
Tenerlo frente a mí fue un impacto, me puse nerviosísima…por la forma en que me contestó pude asegurar que le molestó que le haya preguntado. Su pose de inalcanzable es lo que más me gustó, quería ser yo la que le demostrara que no era inalcanzable, quería ser la que se apoderara de su cuerpo: la que lo hiciera vibrar. Ese hombre con pose de galán invaluable a los ojos de los demás tenía que ser mío. me quedaba sólo un día más en el hotel y tenía que darme la despedida correspondiente después de una semana de intenso trabajo.
Al otro día me fuí a trabajar como de costumbre…sólo que toda la mañana me la pase observando qué mesas eran las que atendía el chico con aires de grandeza, y cuando al fin las ubiqué salí a comer. Llegué al restaurante y me senté, estaba tan nerviosa que podía sentir como mis manos temblaban a la par de mis latidos agitados, estaba concentrada en tranquilizarme cuando su voz me sorprendió:
- Hola, ¿vas a comer aquí?
- No, sólo vine a ver si la silla era cómoda – dije en tono sarcástico
- Jajajaja, y dime…¿si es cómoda o la mando a acojinar?
Por un momento pensé que esas palabras eran una invitación.
- No. ¡Así está perfecta! ¿Puedes traerme la carta?
Sin decir nada él se volteo y se fue hacia la puerta…la había hecho reír, era un buen comienzo. Me llevo la carta, ordene... y mientras comía no podía evitar verlo, esa cara con expresión seria pero esa mirada apasionada me embelesaba por completo. Cuando se dio cuenta de que lo observaba se puso tan nerviosos que tiro un vaso…yo solo le sonreí.
Al pedir note que ya no tenía una actitud de hombre seguro y de galán, si no ahora era un hombre nervioso, tímido e inocente. Al principio me sorprendió su nueva actitud pero después supe que ya había logrado avanzar bastante en mi camino hacia las sabanas con él. Así que decidí no perder más el tiempo con él.
- No te pongas nervioso – le dije con una sonrisa maliciosa – no muerdo…a menos que tú me lo pidas.
- Jajaja. No es eso – me dijo con la voz temblorosa
- Pareciera que sí, ¿cómo te llamas?
- Cristopher – dijo señalando un botón de su camisa que tenía su nombre.
- Perdón, soy muy distraíada…o tal vez no me fijé en esa parte de ti.
- Lo imaginé, y tú ¿cómo te llamas?
- Abigail – contesté con una sonrisa de satisfacción. Sabía que ya tenía casi todo de mi lado.
- ¿No eres de aquí verdad?
- No, ¿se me nota tanto?
- Jajaja, la verdad es que sí
- Bueno pues no te preocupes, me voy mañana.
- ¿En serio? ¡Que mala suerte!, ya que me había acostumbrado a verte. - Sus palabras me cayeron de sorpresa, no me esperaba un comentario así, no sabía que contar. – Perdón si mi comentario te molesto…no fue mi intención.
- No para nada – conteste reponiéndome de la sorpresa – al contrario, es curioso porque también me había acostumbrado a verte… ¿ a que hora sales?
- A las 8, ¿por qué?
- Para saber que me vas a invitar
- Mmmmm…¿qué se te antoja? – Obvio, se me antojaba él, pero no podía decírselo…aún no.
- Pienso y te digo al rato ¿ok? – dije mientras me paraba de la mesa y caminaba hacia la puerta. Salí del restaurante y me dirigí a mi trabajo.
En toda la tarde solo desee que el reloj marcara las 8 para poder tenerlo cerca, me dedique a verlo a trabajar, hasta que por fin dieron las 8. Salí de mi trabajo y me dirigí al restaurante. Él ya estaba afuera esperándome.
- Hola…¿ya sabes lo que se te antoja?
- Mmm…sí un café…
- ¡Aaaaaa! perfecto pues vamos – dijo mientras caminaba hacia la cafetería de la esquina.
- No, no, no – dije mientras lo tomaba del brazo y lo acercaba a mi – Quiero un café, pero de un Oxxo, y quiera ir a tomármelo a mi hotel.
En ese momento me tomo de la cintura y me acerco a él. Pude sentir su cuerpo temblando, ese pecho duro estremeciéndose, no perdimos tiempo y comenzamos a besarnos. El beso fue largo y apasionado, su lengua jugaba con la mía, me exitó ese beso…nos separamos y sin perder más tiempo pedimos un taxi y nos dirigimos a mi hotel. En el camino íbamos besándonos, el iba tocándome las piernas, los muslos y cuando el taxista se distraía él apretaba mis senos y los masajeaba con habilidad.
Llegamos al hotel y nos metimos al elevador sin decir nada, ahí volvimos a besarnos, él me tomo por las nalgas y me cargo, yo enredé alrededor de su cadera, sentí su miembro erecto en medio de mis piernas y eso me exitó aún más, gemí de placer. El elevedor se detuvo, caminamos hacia mi habitación platicando como si nada pasara. al entrar en mi habitación y cerrar la puerta Cristopher me aventó sobre la cama, me gustó la rudeza así que lo jale y lo puse encima de mí, comencé a besarlo, a hundir mi lengua en su boca. Él me desabrochó el pantalón, metió su mano en mi panty y buscó desesperadamente mi clítoris mientras con la otra agarraba mi seno y lo llevaba a su boca, mordía mi pezón al mismo tiempo que metía un dedo en mi vagina. El placer era inmenso, me sentía cada vez más mojada, de pronto me puse sobre , le quite la camisa, el pantalón y el bóxer, ver su miembro erecto, duro y grueso desbordó mi lujuria, lleve su pene a mi boca y empecé a besarlo, a meterlo en mi boca, a chuparlo…Cristopher me tomó por el cabello y gemía con mi intensidad. Hizo un cambió, me apartó de su pene y me acostó a su lado, se puso tras de mí y me beso la espalda…de pronto su miembro erecto se acerco peligrosamente a mi ano y me penetró. Gemí de dolor.
- ¿Te duele? – me pregunto con una voz ronca que no podía ocultar su exitación
- Sí, pero me gusta – contesté dispuesta a todo
- Moría de ganas de hacerte esto desde que te vi, estás riquísima – dijo entre gemidos que me volvieron loca de goce a mí
Siguió penetrándome lentamente , de pronto el dolor que sentí se convirtió en placer pero de repente se levanto de la cama, me cargo y me llevó al baño…se metió a la regadera…ver su cuerpo mijado despertó mis más bajas pasiones, me metí con él, me volteo de espalda a él y beso mi vagina, su lengua recorría mi clítoris, hacía unos círculos deliciosos hasta que me quite y lo puse en pie, me agarro por debajo de mis nalgas, me cargo y me penetro, yo empecé a mover mis caderas, la penetración se hizo más profunda, mi placer no tenía límite, él gemía tan fuerte y eso me ponía aún más caliente…de pronto sentí un cosquilleo que recorrió mi espalda, había llegado al éxtasis y un momento después sentí su pene palpitar en mi vagina en mi vagina, el cerro los ojos y se dejo llevar por su placer, había llegado al orgasmo. terminamos exhaustos…
- Te vas mañana ¿verdad? – dijo aún agitado
- Sí, aunque quisiera quedarme más tiempo
- Bueno, pues ya que te tendré por unas horas más voy a aprovechar el tiempo… .
Mi nombre es Abigail
El es Cristopher

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