Lara y Alexis: 2 La mayoría de edad

Una de las noches más calientes que recuerdo, es la que me organizaron el día que cumplí los dieciocho años. Lara me propuso festejarlo de una manera poco tradicional: hacer de cuenta que me casaba, y q esa noche era mi despedida de soltera.
Así que fue que llamamos a algunas amigas y juntas eligieron el disfraz para mí y para ellas. El mío resultó ser de una mucamita, una fantasía que de todos modos ya me daba vueltas en la cabeza desde hacía tiempo. Los de ellas variaban: había de conejita, de Gatúbela, de enfermeritas, y algunos más, pero ninguno tan zafado como el mío.
Lara se encargó de que mi ropa sea bien bien bien de puta. No quería que nadie dude: la pollera era muy finita y extremadamente cortita, además de abierta en uno de sus lados. La tanga era como las que uso siempre: de las que no tienen nada atrás, de hilo dental. La parte de arriba, sin corpiño por supuesto, dejaba escapar mis tetas por arriba y por abajo, además de marcar los pezones apenas se paraban.
Así fue que después de hacer la previa un rato en la casa de Lara, tomando algo para comenzar la noche, me bajaron a la calle, bastante borrachas todas disfrazadas y yo vestida con el disfraz de mucamita.
Lara me dijo: "Nos vemos en El Paso". El Paso es un boliche rosarino que se caracteriza por ser el lugar predilecto de muchas despedidas de soltero y de soltera, ya que la gente va allí a joder directamente, sin vueltas ni histeriqueos, y el lugar aportaba siempre show de stripers. "Eso sí, con nosotras en el auto no venís, y no te dejamos plata para ningún taxi. Fijate cómo hacés."
Así que me dije a mí misma que si quería estar en mi propia fiesta de cumpleaños, tendría que convencer a algún taxista para que me lleve gratis. Por lo de gratis quiero decir que no tendría que pagar con plata, pero me veía venir que tendría que cancelar la deuda del viaje con algo que sí tuviera, que en ese momento, se reducían a dos cosas: mi cuerpo de dieciocho añitos y mi disfraz de putita.
De todas maneras, me propuse realizar algunos intentos para ver si podía zafar incluso de esa forma de pago, y viajar completamente gratis, de forma que probé suerte con el primer taxi que se apareció.
El muchacho que manejaba era joven y parecía alguien que si no era adicto, frecuentaba bastante las drogas y el alcohol. No me inspiró mucha confianza, ya que no escuchó ni una sola de las palabras que usé para explicarle mi situación: estaba claro, le resultaba imposible escuchar algo si lo único que hacía era repetir como un tonto "qué buena que estás hija de mil puta.." "te rompo todo, subí que te rompo todo".
Me alejé hasta que se terminó yendo por cansancio luego de gritarme algunas cosas más un rato, y me tranquilicé esperando el siguiente. El segundo que vino era más maduro que el primero, bastante lindo, un hombre que tendría unos cuarenta años. Tenía buen cuerpo y me parecía prolijo. Midiendo cada una de sus palabras, me respondió ante mi pedido que sí. Sin vueltas, sin pedirme nada a cambio, casi por una actitud de solidaridad me dijo que me suba que me llevaba gratis. Iba a hacerlo, sin poder creer que no me había costado mucho, cuando me frené a mí misma. Y me dije: "Vas a desaprovechar esta oportunidad? Estás sola, las chicas están esperando, nadie te ve, nadie sabrá cómo hiciste para llegar, pero todas lo van a suponer. Van a creer que hice algo y encima no hice nada?". Cerré la puerta con un fuerte portazo y le dije "Cambio de planes. Gracias igual". Decidí que el próximo taxi me lo tomaría, sea de quien sea, sea como sea.
Luego de unos minutos interminables en los que varios chicos en auto me gritaban todo tipo de asquerosidades, llegó el tercero. Se detuvo y lo vi. Un señor mayor, gordo y desalineado, con la barba crecida, medio pelado y medio de pelo largo, sucio y desprolijo. La cara libidinosa con la que me miró desde que se detuvo me resultó repugnante y excitante a la vez. No me sacaba la vista de encima mientras me decía: "A dónde te llevo preciosa..?", arrastrando la "o" y la "s", mientras trataba de tragar saliva como podía. Me subí adelante, en el lugar del acompañante, y le dije: "Vamos al Paso. Pero antes vamos un segundo a algún parque que quede de camino, así le pago porque no tengo nada de dinero". "Como vos digas belleza..", dijo, arrastrando la "e" y la "z".
"Así que te casás tan jovencita?",me preguntaba con una mano encima de mi perna, la cual sólo dejaba cuado tenía que poner los cambios. "Sí, me enamoré", le dije yo, casi riéndome de mi misma. "Y cómo me pensás pagar?" me preguntó sin más preámbulo. "Con una de las mejores cosas que sé hacer, según mi futuro marido: un pete", le dije sin ninguna vuelta. Los ojos casi se le salen de las órbitas, y la respiración se volvió más agitada y más pesada, lo cual le agregaba mucho morbo a esa ya morbosa y bizarra situación. "Acá debajo de este árbol, en las sombras, vamos a estar tranquilos" dijo estacionando el auto y apagando todas las luces.
Entonces hice algo que también debe estar entre las mejores cosas que hago: me puse en su lugar. Me imaginé en su situación, viejo, gordo, feo y pelado, con una pendeja de 18 años casi desnuda vestida de mucamita puta. Y me puse a mil. Me empecé a calentar tanto que fui sola hacia su pantalón. Le bajé el cierre y le saqué la pija con una mano, mientras con la otra me corría el pelo de la cara. Obviamente que el taxista no lo podía creer, al punto de no atinar a hacer nada. Sólo después reclinó un poco el asiento, para que ambos estemos más cómodos, pero antes de eso, sólo miraba estupefacto.
Por mi parte, me fui derecho hasta su pija y se la empecé a chupar con mucha lengua, como si se tratara del amor de mi vida. El asco que me daba esa pija, creo yo, aportaba más calentura a la que ya tenia, por lo que empecé a chupar cada vez con más ganas, como si deseara desesperadamente lo que de allí tendría que salir. Sabía que a mí no me veía nadie, y pensaba que si él lo contaba a cualquiera de sus conocidos, igual no le iban a creer. Eso aumentaba mi calentura mucho más. En un momento más, él empezó a gemir cada vez más rápido y más fuerte, hasta que largó todo con un largo soplido ronco. Sentí su leche en la boca, llegando de a chorros, llenándomela de a poco, mientras él seguía disfrutando de su orgasmo. Yo le seguí lamiendo toda la pija con la leche en mi boca, desde el tronco hasta la cabeza, para limpiársela bien. Una vez que sentí que a pesar de mis lamidas, la pija se le iba bajando, me levanté nuevamente y le mostré su leche en mi boca durante dos segundos, para luego tragarla con una sonrisa bien de putita. "Qué increíble que sos, pendeja.." me dijo boquiabierto, lo cual agrandó más mi sonrisa.
Justo cuando le iba a decir que podíamos retomar el viaje, le suena el celular. Atiende y luego de hablar unas pocas palabras, me dice: "Era mi mujer, me rompe las pelotas para que vuelva a casa ya. Me tengo que ir, no te puedo llevar putita.."
No tuve tiempo ni de protestar, ya que se abalanzó sobre mi puerta y la abrió de un manotazo, mirándome para que me baje. No tuve más remedio que bajar del auto de ese pervertido, que se fue riéndose. Cuando me iba a preguntar cómo hacer para llegar en lo que me faltaba (que era casi todo el camino), para un auto con 4 chicos un poco más grandes que yo, y me preguntan si estaba perdida o si necesitaba que me lleven. "Qué más da..", dije, y subí atrás.
Y entonces sí que empezó un viaje muy caliente. Enseguida me empezaron a saludar con besos, caricias y abrazos exageradamente largos, como si conocieran de toda la vida, mientras se reían mucho entre ellos. Yo sólo me dejaba hacer. Entre la calentura que me había quedado, y la cantidad de chicos en ese auto, no iba a poder controlar nada. Les dije que iba hasta El Paso, y me dijeron que me llevaban sin problema, pero que en el auto de ellos, las mujeres viajaban desnudas. Les dije que no, que no podía, que era demasiado, pero el que manejaba no arrancaba el auto, mirándome extorsivamente. Bajando la cabeza accedí y comencé a sacarme la pollerita, lo cual fue acompañado por un griterío importante, chiflidos, brazos que se agitaban fuera de las ventanillas, y el ruido del motor que salía arando en primera.
Me dejé sólo la tanguita, haciendo un poco de tiempo, y sin verlo venir, mi ropa me la sacó uno de los que iban atrás conmigo de la mano, sonriendo al hacerlo de una manera muy perversa, como si no tuviera intención de devolvérmela. Enseguida siguieron manoseándome, sin que yo pudiera hacer nada para frenarlos, más que sacar una mano y otra allá, de vez en cuando. Así fue como empezó a circular la idea de que le haga un pete a uno de ellos, al que yo eligiera. Viendo cómo venía la cosa, creí que si no elegía iba a tener que hacer 4 petes, por lo que me decidí por el que estaba sentado en el asiento del acompañante, que era uno de los más gritones y bastante violento, que me decía todo tipo de cosas de la peor manera. "Ya que estoy acá, sigo aprovechando", me dije a mí misma, y me recliné entre medio de los dos asientos de adelante, aganchándome, y acercando la cabeza a la pija del chico.
Rápido como era, me tomó del pelo y me acercó más a su entrepierna, de forma brusca, mientras con la otra mano se bajaba el cierre para sacar su pija. Iba a ser la segunda pija que me comía dentro de un auto en menos de diez minutos. Era un récord para mí. No aguanté más yo tampoco, así que me la mandé hasta el fondo, chupando de arriba a abajo, subiendo y bajando, mientras todos gritaban a mi alrededor. Para acomodarme un poco más tuve que levantar un poco las caderas, lo que hizo que la cola me quedara más parada que antes, volviendo más loco a los dos que estaban sentados atrás. Casi al mismo tiempo, me corrieron la tanga de lugar, y comenzaron a meterme dedos en la concha, y a escupirme todo por ahí, saliva que después desparramaban con los dedos por todos lados.
Yo seguía chupando como si tuviera que hacerlo llegar ya y no hubiera más tiempo, lo cual ponía muy caliente al muchacho afortunado que recibía un pete gratis de una supuesta futura "señora de". Yo, cada vez me sentía más cerca del orgasmo, con la cantidad de dedos que recorrían mi concha y mi ano. En ese momento frenaron de golpe en una de las avenidas más concurridas de la ciudad, y gritaban para que la gente se acerque y vea a la puta tremenda que había allí dentro, pero yo seguí chupando sin levantar la cabeza, de manera de que nadie me reconozca.
Cuando estábamos por llegar al boliche, el chico no aguantó más mis chupadas y se me vino adentro de la boca sin avisar nada ni cambiar en nada. No lo vi venir pero lo recibí de la mejor manera. La leche -otra vez sentía leche en mi boca de parte de un desconocido luego de unos veinte minutos-, me sabía mucho más rica que la de recién, por lo que le terminé de chupar la pija con muchas más ganas y predisposición que al taxista. Los de atrás seguían metiéndome dedos como si nada les importara, y yo, por supuesto, cada vez más caliente.
En eso, sin saber ya por dónde íbamos, me dicen "Llegamos", y me abren una de las puertas. Se baja el de al lado mío, y me toma de un brazo para que me baje. Salgo como puedo, acomodándome la tanga y pidiendo mi ropa, pero el chico sube rápido y arrancan el auto. Ahí quedo, cerca de alguna gente que me miraba con la boca abierta y que estaba esperando para entrar al boliche.
Algunos de los que estaban esperando, me doy cuenta en ese momento, eran mis amigas, quienes me ven así, sólo vestida con los zapatos y una tanga, y la boca chorreando leche, en medio de la calle. Algunas se reían y otras se tapaban la boca, sin poder creer lo que tenían adelante. Trago la leche que tenía dentro de la boca, me limpio con el dorso de la mano lo que quedó en los labios y me doy vuelta para seguirlos corriendo con los tacos, cuando veo que desde una de las ventanillas vuela algo que parece ser mi disfraz. Llego hasta allí y por suerte lo era. Me lo pongo como puedo y comienzo a caminar hacia el boliche, tratando de taparme el cuerpo lo máximo posible.
Ahí sí. Comenzaba la fiesta de mi cumpleaños..
Escrito por ale69666

No hay comentarios:

Publicar un comentario