La Primera Vez...Como Infiel

Esta historia comienza una tarde de viernes, en la entrada del Parque Del Este, en Caracas. Me despedía de Johan, mi novio, después de una tarde juntos paseando por dicho parque. Me dio un tierno beso en la boca, el cual, no permití que durara mucho tiempo. Luego me marche rumbo a la estación del metro Parque Del Este (Ahora Estación Miranda) para comenzar mi ruta hacia mi casa. El en cambio siguió su camino hacia el C.C Parque Cristal, ubicado a poca distancia de la entrada norte del parque.
Mientras esperaba el tren en la estación, me puse a pensar en mi relación con Johan. No me sentía muy a gusto, como hace un año y medio, cuando él me pidió ser su novia. Por aquel entonces si disfrutaba con él, y de qué manera. A los 3 meses de relación tuvimos nuestro primer encuentro sexual, el cual por aquel entonces fue rico, para ser la primera vez, no estaba nada mal. Debo admitir que esperaba un poco más, pero al menos me hizo gozar de buena manera. La verdad ni siquiera yo sabía que era lo que yo deseaba en la cama. Me trato de manera delicada, fue bastante romántico. Esa vez comenzó el haciéndome oral y luego yo a él, para luego pasar a la penetración vaginal, y el acabar dentro, con el condón puesto, por supuesto. Luego un rato de caricias y palabras lindas y listo. Me gusto mucho, y no entendía que más podía esperar de una relación sexual. Me sentía confundida.
Lo cierto es que las siguientes veces, la cosa en lo único que variaba era el lugar donde lo hacíamos. Ya sea un hotel distinto, su habitación en su casa, o mi habitación, en la mía. El resto del acto sexual era igual. Cada día me sentía más decepcionada del sexo como tal, a pesar de que el goce era bastante aceptable para mí. Por allí podía decirse que mi relación con mi novio estaba un poco desestabilizada. Otro punto que me ponía a pensar era que me estaba aburriendo la rutina al vernos. Era normal verlo llegar (o esperarme, según sea el caso) con un regalito que iba entre pulseras, anillos, collares a chucherías, como chocolates. De allí, nos íbamos a caminar, algún centro comercial, algún parque…Me fui aburriendo de la rutina. Aunque debo aclarar que no soy mujer fiestera, no me la paso yendo a bares, ni a discotecas, ni a fiestas. Pero la verdad me aburría con las actividades rutinarias, puede que se haya debido a sus celos. El no podía ver que alguien me miraba. A veces me veía hablando con un compañero de clases y me celaba. Toda la vida he sido una fiel creyente de la fidelidad amorosa, nunca en mi vida se me ha ocurrido ponerle los cuernos a alguien, lo veía como algo inaceptable…Hasta ese viernes.
Tome el metro, y, en el transcurso del viaje recordé que debía comprar algunas menudencias para hacer la cena del día. Me baje en la estación de la Yaguara, y me dispuse a entrar al supermercado más cercano. Pase un buen tiempo dando vueltas, escogiendo algunos víveres, etc. Mientras lo hacía, pude notar como algunos hombres se me quedaban viendo por allá donde pasaba. No iba vestida muy sexy, solo un jean y una camisita, ambos no muy ajustados. Ya estaba acostumbrada a atraer las miradas, no quiero sonar pedante ni nada por el estilo, pero sé que soy una mujer bella, con buen cuerpo. Mis medidas son 102-64-91, estoy muy orgullosa de mi cuerpo, lo mantengo tonificado haciendo ejercicios aunque no en un gimnasio, sino en mi casa. Mis pechos atraen la mirada de cualquiera, son grandes, y naturales, pero lo mejor es su forma, están siempre duritos firmes y parados, desafiando la ley de la gravedad. Muchas veces me han preguntado si son operadas, pero no, son 100% “carrocería de agencia”. Si bien tienen una ligera caída, pues la verdad es que no se nota tanto. Por si fuera poco me gusta realzarlos de vez en cuando, en especial cuando voy a intimar con mi novio, aunque también por fuera de la cama, al salir por allí. Mi cola es carnosita, abombada, y redondita, producto de los ejercicios de tonificación, los cuales ayudan también a mis piernas a mantener una forma bella. Esto junto a mi cintura de avispa, me hacen ser una mujer con cuerpo de escándalo, aunque no suelo lucirlo mucho, soy una mujer sencilla. Aunado a esto, siempre me han dicho que tengo un rostro muy bello, adornado con ojos cafés claros y una melena larga, lisa y negra, muy cuidada.
En fin, no era nuevo para mí ser centro de algunas o muchas miradas masculinas, e incluso alguna que otra femenina. Si bien antes no le prestaba mucha atención, ese día fue distinto. No sé cómo explicarlo, de verdad, pero en mi estomago un ligero cosquilleo empezó a aflorar. Me sentía extraña al ser bombardeada por las miradas ese día, en especial las más lascivas. Para ser más exacta, me excite.
Dado esto, no pude evitar quedarme un tiempito de mas recorriendo el mercado, pasando por los pasillos donde estaban los hombres con las miradas mas morbosas y lascivas, aquellas que más que verte, te devoran, y que sabes perfectamente que esa persona que te dirige esa mirada está teniendo más de un pensamiento erótico donde eres la protagonista. Mi excitación fue en crecimiento, y no puede evitar imaginarme a varios de los hombres que me dirigían dichas miradas poseyéndome en la cama…o en un carro, o detrás de un arbusto, o en un baño público. Además de esto, me excito el imaginarme el hecho de que me acostaba con otro, aun teniendo la relación con Johan. El imaginarme que le monto cachos, con lo celoso que es, el riesgo de ser posiblemente descubierta, etc. Me pusieron realmente cachonda. Pero la cosa no dejaba de ser más que una mera fantasía. Me dirigí a la caja, pague lo que había seleccionado y me dispuse a tomar el bus a mi casa. La excitación por dicha fantasía que aun se mantenía en mi cabeza, no desapareció, lo que me llevo a masturbarme frenéticamente no más llegar a mi casa y entrar en la ducha. Alcance un delicioso orgasmo acariciando mi vulva, mi clítoris, lentamente, bajo la regadera, sintiendo las gotitas de agua estrellarse contra mi cuerpo. No me contente con ese primer orgasmo, seguí buscando mas…Nunca me había dado una ducha tan larga en mi vida.
A partir de ese viernes comencé a adoptar un comportamiento algo extraño. Pase de ser la típica chica que viste de manera sencilla, a vestir con trajes cada vez más sexys, rayando en muchas ocasiones lo sugerente y alguna que otra vez, lo vulgar. Pantalones extremadamente pegados a mi cuerpo, a la cadera, con las ligas de los hilos o de las tangas sobresaliendo por mis caderas, blusas con escotes de infarto, tops cortos, dejando al desnudo mi abdomen, minifaldas, maquillaje un poco escandaloso, sandalias de tacón alto, entre muchas otras vestimentas sexys y provocativas eran parte de mi nuevo repertorio de ropa y maquillaje. Y combinando dichas piezas salía a la calle, ya sea a pasear a algún centro comercial o a hacer las compras del día. No solo salía a hacer ciertas cosas en específico, además de ello, salía con la más fija intención de exhibirme. Pero no era solo vestir sexy, también era mostrar poses bastante provocativas, sugerentes, como inclinarme sin flexionar mucho las piernas para recoger ya sea un producto que a la final no compraría de los estantes inferiores de los mercados, o para recoger algo que se me caía al piso alguna que otras veces accidentalmente, aunque la mayoría en realidad caía “accidentalmente”, si entienden la intención de las comillas.
Me excitaba cada vez mas exhibiéndome así. Las miradas que me dirigían eran en su mayoría lascivas. Ya no era la chica con apariencia de ángel que solía ser. Ahora no era más que una zorra exhibicionista. Me había convertido en lo que comúnmente denominan una “pendejita hot”. Mis sesiones masturbatorias fueron en aumento. Ya no lo hacía solo en la ducha, sino ahora también en mi cama, al despertarme, y al acostarme a dormir. Incluso, llegue a pajearme en baños públicos, encerrada en los cubículos, más de una vez. Cuando salía con mi novio, me vestía sexy, pero en cierta forma m restringía un poco. Si bien la relación me estaba aburriendo, aun sentía amor por él, y no quería que por sus celos iniciara una pelea por mí, aunque me fascinaba sentirme celada, lo cierto es que era mejor evitar líos mayores.
Ya habían pasado tres meses más desde aquel viernes que afloro en mi esa práctica de ser una pendeja hot. De tener fantasías con otros hombres, todas obviamente de índole sexual. Ahí descubrí que me gusta que me traten duro en la cama, era lo más recurrente en mis fantasías. Si bien muchas veces me imagine cosas románticas, la mayoría de las fantasías era puro sexo duro. Y entre esas fantasías descubrí mi nuevo anhelo: ser sodomizada. Más de una vez intente que mi novio me tratara como en las fantasías, y que me sodomizara, pero nunca lo llevo a cabo. Si bien algunas veces me trataba algo fuerte, lo cierto era que no llenaba mis expectativas. Ahora comprendía mi frustración sexual.
Me encontraba camino a un supermercado, nuevamente a hacer compras, un día jueves. Me fui con mis hermanas, Silvia y Sara, y mis padres, Juan y Grecia. Ese día vestí un jean azul de tela más fina que de costumbre, extremadamente pegado a mi cuerpo, parecía una lycra, o mejor dicho, una segunda piel. Me coloque unas cholitas sencillitas para dejar al desnudo mis pies, sé que muchos hombres tienen fetiches con esa zona, y los míos eran muy vistos, los cuidaba bastante, los mantenía bien bonitos. Arriba me coloque una camiseta blanca bastante ceñida a mi cuerpo, demarcando bastante mis chiches. Por último, un maquillaje bastante sexy, aunque sin caer en lo vulgar. El morbo era tal ese día que no me puse ropa intima, lo que provocaba que se notara claramente la raja del culo por el pantalón, y los senos resaltaran los pezones claramente en la camiseta.
Sin más ni más, nos montamos en el carro de mi padre y nos fuimos. En el camino hablamos de muchas menudencias, la situación del país, el trabajo de mis padres, de nuestros familiares, etc. Hasta que llegamos al supermercado. Para salir más rápido, cada uno tomo unos productos de la lista y se dirigió a comprarlo. Apenas entre al supermercado note como muchas miradas se clavaban en mí. Algunas eran en zonas especificas, otros ojos en cambio eran indecisos y no sabían que mirarme, si mi rostro, mis senos, mis cola, mis pies…Me excite al notarlo. A mí me toco la parte de charcutería, por lo que me dirigí a ese departamento, sacando pechito y parando la colita. En el camino los piropos no se hicieron esperar, unos lindos, como “princesa, con qué gusto te nombraría reina de mi vida”, otros vulgares, como “uuff puta que culo tan rico”, y otros un tanto cómicos, como “mami, con ese culo debes cagar bombones”. Todos me gustaron, pero los que más me excitaron fueron los más vulgares y lascivos. Oía como más de uno sin disimulo alguno le decía algún acompañante amigo “mira a aquella zorra”, “que perra tan rica”, “con que gusto montaría a esa yegua”, “con esa boquita debe mamar rico”, entre otras lindezas. Mi excitación crecía cada vez más y más.
Llegue a la zona de charcutería. En una nevera estaban dispuestos todo tipo de embutidos, como jamón endiablado, salchichones, morcillas, de todo. Los que tenían aspecto fálico (la mayoría) eran los que tomaba, y haciéndome la indecisa, tonteaba con ellos en plan juguetón, con picardía. Muchos me veían, los murmullos con obscenidades se hicieron cada vez más numerosos. Yo seguía en lo mío como si nada, aunque la excitación que tenía ya me estaba obligando a desear meter mis manos en mis genitales. Aguante un poco más, y seguí mi paseo por el departamento de charcutería, caminando lentamente, pasito a pasito, moviendo mis caderas, haciéndome la distraída cuando en realidad estaba era súper caliente y con unas ganas de masturbarme enormes. Tome algunos productos de la lista y me dirigí a la zona donde pican los quesos y los jamones.
La zona estaba bastante concurrida, los encargados del departamento tenían mucho trabajo y más de uno se distrajo al verme llegar. Me metí en el tumulto de gente, rápidamente note como unos cuantos listillos se colocaron detrás de mí para toquetearme de manera “accidental” (nótese de nuevo el papel de las comillas en la palabra) los toqueteos iban y venían, eran fugaces. Así durante todo el rato en que estuve allí, y justo cuando me toco ordenar mi compra, pues paso algo que me estremeció de pies a cabeza. Una mano tomo mi nalga izquierda de lleno. A diferencia de los otros, esta mano se quedo un buen ratito y apretó con mucho gusto mi nalga, para luego soltarla. Me voltee, y vi a un hombre delgado, un poco desarreglado, la verdad, con barbilla sin afeitar. Sus ojos se posaron en los míos, y me sonrió. El gesto hizo que yo notara claramente como mi cuquita comenzaba a lubricarse cada vez más. Pude darle una cachetada, pero lo único que me nació fue devolverle la sonrisa, voltee y continúe ordenando lo que deseaba llevar, con la diferencia de que pare más el culo. El hombre al parecer entendió mi deseo y ya no coloco una, sino las dos manos en ambas nalgas, las apretujo, las estrujo como nadie antes lo había hecho. Sobo bastante y metió su mano por debajo, llevándola a la zona candente, mi vulva. Sentí como pasaba los dedos por encima de la tela, sin disimulo, sin cortes, con descaro. Me costó contener mi orgasmo, un desconocido me estaba masturbando por encima del pantalón, que golfa estaba hecha.
Una vez con los productos en mi mano, me voltee hacia él. El me miro con una cara de picardía. Le sonreí y le guiñe el ojo, y me salí del tumulto. Me dirigí a caja para pagar, de nuevo disfrutando de las miradas lascivas. No había mucha cola de gente, así que me dispuse a tomar mi lugar. Para sorpresa mía, detrás de mí se ubico el mismo hombre que en la charcutería, aunque durante todo lo que duro la espera en la fila, no me volvió a meter mano. Yo andaba realmente excitada, necesitaba ya no masturbarme, quería ser cojida por un macho. Deseaba ser poseída. El único hombre que en mi cabeza aparecía cumpliendo esas fantasías, era el que tenía detrás de mí. Llego mi turno, la cajera iba pasando los productos escogidos por la máquina registradora, mientras luego se lo daba a un chico que los metía en una bolsa. Pague, y vi de nuevo al hombre que estaba después de mi en la fila. No podía contener las ganas de tirar.
-Señorita disculpe –me dirigí a la cajera –¿Me podría indicar en donde se encuentra el baño?
-Claro señorita, vaya por el pasillo que está al lado de la entrada. –me indico. Eche un rápido vistazo para ubicar el pasillo, voltee a ver al hombre que me había metido mano, le sonreí de nuevo y le guiñe el ojo nuevamente, a la par que me relamía el labio superior con sensualidad. Estaba fuera de mis cabales, la excitación, la sed de sexo, me dominaron por completo, era esclava de mis instintos, esclava de mi cuquita. Tome las bolsas y me dirigí a los baños. Con la esperanza de que el hombre haya captado la indirecta. Entre al tocador, no había nadie al parecer. En un lado estaban dispuestos los lavamanos, y de frente había 6 cubículos con los retretes. Me hice la tonta, espere un rato apoyada en los lavamanos, pero nada que el hombre aparecía. Comencé a pensar en que tal vez debí ser más directa con el…¿pero cómo? No podía voltear y decirle “hey, quiero güebo, te espero en el baño para que me cojas…” ni nada más. Espere como 10 minutos, pero nada que aparecía. Las ganas de placer me estaban matando, así que sin pensarlo mucho, entre al último de los cubículos, pegado a un rincón, puse el seguro en la puerta, me senté en la tasa y me baje los jeans pegados hasta los tobillos. Note una ligera manchita oscura en la zona del pantalón que cubría mi vagina, al tocarla me di cuenta de que era liquido, sin duda, vaginal. Mi cuquita había humedecido bastante con lo ocurrido hasta ahora.
Comencé a sobarme la zona del clítoris lentamente. Con estas ganas que cargaba encima, el botoncito del placer ya estaba afuera de su estuchito. Al posar mis dedos índice y medio sobre el de manera suave y delicada, sentí una deliciosa ola de calor recorrer mi cuerpo. Tanto así fue la sensación, que torcí mis pies en actos reflejos. Sentí los pezoncitos queriendo ser liberados, los senos completos, deseaban sentir el aire, por lo que con mi mano izquierda me levante la camiseta hasta más arriba de estos, dejándolos al aire libre. Era divina la sensación de libertad que sentía, no pude evitar gemir gracias a eso. La mente se me puso en blanco, en ese momento no me importaba si había alguien más en el baño, no me importaba si mi familia estaría esperándome en el carro con las compras, no me importaba nada, estaba metida en mi mundo, en un mundo de placer. Continúe gimiendo, no muy disimuladamente, mientras mi mano derecha jugueteaba con mi clítoris, y de vez en cuando metía el dedo índice y el medio en mi coñito jugoso, cediéndole las caricias del clítoris al dedo pulgar.
No tardo mucho en notarse el olor a sexo en el cubículo, y poco me importaba si impregnaba el baño completo con el olor de mis jugos, el cual si bien no es fuerte ni desagradable, si se nota. Comencé a transpirar, la temperatura aumento considerablemente, sentía como mi piel ardía, ardía de deseo de un hombre. De un macho que me tomara allí mismo, que me usara como un objeto sexual. Mi mano izquierda, la cual luego de subir la camiseta se entretuvo jugando suavemente con mis pechos, paso a tocar mi culo virgen, o al menos no tan virgen, dado que desde que comencé a tener la fantasía por ser sodomizada, comencé a meterme un dedo. Incluso me comencé a aplicar enemas, lo quería impecable, para cuando llegara el día en que Johan decidiera penetrarme por el culo. Día que se veía cada vez más lejos. Pase el dedo medio por la abertura anal, levantando un poco las caderas, estaba cerradita. Sobaba el agujerito poco a poco, detenía de vez en cuando las atenciones de mi mano derecha en mi vagina, no quería acabar tan rápido, deseaba prolongar un poco más la dulce sensación del deseo sexual. Quería gozar de esa ola de calor, del hambre de mi cuerpo hacia otro.
Ejercí algo de presión en mi ano. Sin llegar a penetrarlo con mi dedo, pero poco a poco la ejercía, luego la abandonaba para sobar un poco más, y luego ejercer presión nuevamente, más fuerte que antes, así sucesivamente hasta que el dedo entro sin mucha resistencia. Ahí comencé a darme con algo de fuerza un frenético mete y saca, ambas manos a la vez, la izquierda con su dedo medio en mi culo, y la derecha con los índices y medio entrando y saliendo de mi vulva mientras el pulgar castigaba mi clítoris. Al hacer esto, mantuve mis ojos cerrados y mi boquita entreabierta, respirando profundamente, haciendo que mis pechos se elevaran y bajaran acorde a la respiración. Eche la cabeza hacia atrás, lentamente, gimiendo, deseando a un hombre. Estaba cerca de acabar, cuando abrí los ojos, y vi que en lo alto del panel que separaba mi cubículo con el de al lado, estaba el hombre que me había metido mano, observando el show que mi cuerpo ofrecía.
Me quede pensativa por un par de segundos. A juzgar por su rostro, le gustaba el espectáculo que yo le daba, su boca dibujaba una picara sonrisa y su miraba era de puro deseo. Me excite aun mas al saberme observada, por lo que continúe mi masturbación para complacer a mi público, moviendo con mas deseo mis dedos. Le dirigí una mirada de esas que dicen que estas en la gloria del placer, y le lance un beso, mientras él se relamía la boca me imagino que pensando en el banquete que se daría con “la puta del mercado”. Al pensar en esto, comencé a sentir los temblores previos al orgasmo, iban en crescendo, hasta tenerme hecha toda una gelatina humana. Sentí cada parte de mi cuerpo temblar de placer, ni siquiera me moleste en apretar mis labios para evitar gemir, lo hice porque quería que mi espectador me oyera.
Me quede un rato en la posición en que me encontraba. Disminuí la intensidad de los movimientos con mis dedos, aun estaba excitada. En ningún momento le quite la vista al desconocido hombre que me observaba con ganas. Saque mis dedos de mi cuca y me los lleve a la boca, para limpiar todo el jugo que en ellos había, y repetí la operación con el de la mano izquierda, cuyo dedo medio estaba alojado en mi culo.
Me puse de pie, y le quite el seguro a la puerta del cubículo, sin dejar de ver a los ojos al hombre que en ese momento iba a poseerme. El se bajo de donde estuviera montado para verme, y a los tres segundos ya estaba cerrando la puerta de mi cubículo tras de sí, conmigo enfrente. Yo estaba sobando mi conejita con mi mano derecha, mientras que con la izquierda acariciaba mis tetas. El me vio de arriba de abajo, examinando lo que se iba a gozar.
-Eres toda una zorra calentona. –me dijo. Yo me le lance a darle un beso en la boca, pero me detuvo. –Todas las putas que me cojo me tocan sin ninguna prenda puesta, así que termina de quitarte la ropa. –termino de decirme con voz sensual pero autoritaria. Sin duda me gane la lotería, deseaba sentirme subyugada por un macho de verdad y este extraño hombre me estaba demostrando que algo si sucedería. Levante mis piernas, una a una, para salirme del jean que seguía en mis tobillos y dejarlo tirado en el piso. Acto seguido me quite la camiseta, y la arroje a un lado del pantalón. Me quede parada delante de él, viéndolo a los ojos, no quería hacer nada, sus palabras me dieron a entender que el seria el director de la orquesta y que yo bailaría al ritmo de su música. Me vio los pies, y me hizo una seña con sus labios. Entendí perfectamente que lo que quería era que me quitara las cholitas, cosa que hice sin pensar. Me encontraba ahora si totalmente desnudita y descalza ante él.
Luego de unos segundos de él examinarme con la mirada, me acerco su mano derecha a la nariz, haciéndome ver que sus dedos olían a jugo vaginal. Sin duda se llenaron de líquido al masturbarme por encima dl pantalón en el área de charcutería del mercado. -¿A que huelen? –me preguntó, a lo que conteste –A cosita... –de manera algo tímida.
-No, no…las zorritas como tú le dicen a las cosas por su nombre…¿A qué te huelen? –me volvió a preguntar, a lo que conteste, de manera mas tímida aun –A cuca…
-Bien…así me gusta, las putas son vulgares…y tú eres una puta, ¿verdad? –me dijo…a lo que le conteste de manera tímida de nuevo, aunque con el golpe de excitación por la humillación –Si, soy una puta…
-Ok…¿Qué estas esperando para limpiar mis dedos? –me pregunto. Yo no conteste, al menos verbalmente, ya que con un movimiento de mi cabeza me dispuse a meterme sus dedos en mi boca, y los empecé a chupar. El los mantuvo estáticos, observando como yo era la que movía mi cabeza de un lado a otro, con mi boca siempre en contacto con sus dedos, empapándolos con mi saliva. Luego de unos segundos el comenzó a mover la mano de un lado a otro, y yo, hambrienta, excitada, la seguía sin perder el contacto con su piel. Me sentía bastante puta, y me excitaba muchísimo sentirme así. Mi cuquita era un mar de jugos. Metí sus dedos en mi boca y succione con deseo y fruición. Hasta que repentinamente los saco y me los paso por el rosto, más que todo por los cachetes, como si estuviera limpiándose en mi cara. Luego separo su mano de mí.
Se sentó en el retrete, bajando la tapa. Yo aún permanecía de pie ante él, excitadísima, caliente, sentía mi cuerpo estremecido, pidiendo güebo a más no poder. Me fascinaba la situación, estaba en el paraíso del placer sin duda. No pude evitar llevar mi mano izquierda a mis tetas y la derecha a mi cuquita bastante humedecida. El me veía desde donde estaba, tocándose el paquete por encima del pantalón, el cual note estaba ya en el punto exacto para devorarlo con mis tres bocas. Quería ponerme de rodillas entre sus piernas, romper las prendas que lo cubrían y engullirlo sin miramientos, olerlo, sentirlo, acariciarlo, lamerlo, chuparlo, pero no quería hacer nada sin su autorización, quería que él me lo pidiera. No, mejor dicho, que me lo ordenara tal como ya lo venía haciendo. Quería ser la esclava de su placer.
El sabía lo que quería, tuvo que haberlo notado. Me había llamado puta y zorra y yo se lo había permitido, no solo eso, me había puesto caliente, se que lo noto. Pero la impaciencia me mataba, quería que me ordenara hacer algo. Estuve de pie un buen rato ante él, yo tocándome mis partes y el su güebo por encima del pantalón. –Inclínate y desabotóname el pantalón, sácame el güebo.-me dijo. No pude evitar sonreír, y rápidamente fui a ponerme de rodillas ante él, pero me detuvo. –te dije que te inclinaras, no que te arrodillaras… -me dijo nuevamente. Entendí lo que quería, así que me pare para inclinarme ante él, sin flexionar las piernas, y comencé a desabrochar el pantalón en busca de mi premio. Mientras tanto, el me manoseaba las tetas, las cuales colgaban y estaban deseosas de atención.
Termine de desabrocharle el pantalón, y de bajarle el bóxer, para tomar ese trozo de carne erecto entre mis manos. Se veía hermoso, apetecible. Lo acaricie con ambas manos delicadamente. Pude notar que su glande brillaba, el líquido pre seminal ya había salido. Baje mis rostro lentamente hacia su herramienta sexual, pero no lo metí en mi boca, solo lo olí. Estaba fuera de mí, quería sentirme bien perra, y de esa manera lo estaba logrando. Su verga olía a gloria. El chico me continuaba magreando las tetas, alternando entre caricias suaves y duras, me las amasaba con maestría, haciéndome desear aun más su verga.
Luego de un par de segundos de verlo, tocarlo y olerlo, pícaramente le lance la primera lamida, una lamida rápida, certera directa a su glande. En mi boca quedo el sabor de su verga, sin duda, un sabor divino. Repetí las lamidas rápidas dos veces más para seguidamente llevármela a la boca, para chuparla, lengüetearla, con hambre y casi desespero. Note la reacción de mi amante, se notaba claramente que le estaba gustando la atención oral que le estaba aplicando, yo succionaba fuertemente con deseo, quería tragarla toda. Oía su respiración agitada y profunda, y su magreo se fue haciendo más fuerte en mis tetas.
Con su mano izquierda tomo mi cabeza, y la derecha me la puso poco más arriba de mi culo, empujándolo hacia abajo, lo que entendí de inmediato, quería que me agachara, cosa que hice, apoyándome solo en la punta de mis pies, con las piernas abiertas para que pudiera ver mi cuquita cada vez que quisiera. Con su mano izquierda empujaba mas mi cabeza hacia él, metiéndome más adentro su güebo, llegando bien hondo en mi boca, tanto que me produjo arcadas, aunque logre controlarlas. Mi nariz se hundió en la mata de vellos de su pubis, lo que me hacía sentir bastante sucia y perra. Saque mi lengua un par de veces para lamerle las bolas, gesto que sin duda le encanto a juzgar de nuevo por los movimientos de su cuerpo y su respiración.
A los pocos minutos de mamada el monto sus pies sobre mis muslos, haciéndome bajarlos hasta quedar arrodillada, la posición que yo deseaba tener, ya que me parecía una pose mas sumisa. –usa solo la boca putita, hazte una buena paja mientras me lo mamas y me miras a los ojos. –me dijo. Yo por supuesto que obedecí, separe un poco las piernas estando de rodillas, y con mi mano derecha comencé a masturbarme, sobándome el clítoris con mis dedos índice y medio de manera lenta y suave. La izquierda me la lleve al culo, metiéndome de un solo golpe el dedo índice en el ano, aunque comencé un mete y saca suave, mientras le practicaba la felación a este chico y lo veía a los ojos. Su rostro era de puro placer, con respiración agitada, me seguía con la mirada mientras mi cabeza se movía arriba y abajo, recorriendo con mi boca su delicioso güebo con hambre y pasión.
Poco tiempo después de estar en esa faena, el me tomo por el cabello enrollándolo en su mano izquierda y me alzo, poniéndome de pie aunque inclinada como en la posición inicial. Me fue atrayendo hacia él, quedando yo sobre su cuerpo, con las piernas abiertas a sus lados, con los pies en el piso. Yo aun mantenía mis dedos ocupados, y lo veía a los ojos. Estuve un rato en esa pose hasta que tuve un nuevo orgasmo. Luego de que se me pasaran las deliciosas convulsiones orgásmicas, me lleve ambas manos a la boca, chupando los dedos que utilice tanto en mi culo como en mi cuquita, succione de manera sexy y ruidosa, los lamí, como si fueran otras vergas.
Una vez quedaron relucientes, el chico me puso la mano derecha sobre mi culo, y poco a poco me hizo bajar, hasta sentir su enorme verga en la entrada de mi encharcada cuca. Allí me detuve, cuando la punta de glande me rozaba el canalillo formado mor mis labios vaginales. Lo veía a los ojos, quise hacerme desear un poco en ese momento, porque la verdad tenía unas inmensas ganas de ser penetrada. Pero quería oírle pedir que terminara de sentarme de una vez.
-¿Qué pasa? ¿Dudas? –Fue lo que me dijo –porque si dudas pues, quítate de encima, ya me encontrare a una puta de verdad que me calme las ganas de tirar… -me dijo. Prácticamente me derroto la estrategia, por lo que sin más, me senté, metiéndome su verga en mi agujerito vaginal haciéndome sentir realmente relajada, aliviada, en el paraíso. Un fuerte gemido salido de mi boca acompaño el movimiento. Me quede sentada quieta por unos segundos, para luego comenzar un rico sube y baja. Sentía entrar ese delicioso y caliente trozo de carne en mi cuquita, suavemente en un principio, pero poco a poco aumentando la intensidad de mis movimientos, y de mis gemidos.
Mis tetas se movían a la altura de su rostro. El ya había soltado mi cabello, para con ambas manos amasar mis dos ubres, apretujarlas deliciosamente, sobarlas, incluso pellizcarlas de vez en cuando y darles ricas palmadas no muy fuertes ni muy doloras pero si muy excitantes. Colocaba su rostro entre ambas tetas y movía la cabeza fuertemente de un lado a otro, mientras yo hacia el rico movimiento de caderas para darle el máximo placer posible. Allí estaba yo, totalmente desnuda y descalza, con un desconocido que solo tenía su verga al aire, lo que me humillaba y degradaba. Estaba yo dando más de lo que estaba recibiendo, pero me gustaba sobremanera la situación. Además, los orgasmos que había tenido hasta ahora en dicho momento fueron realmente exquisitos. Valía la pena la situación.
Estuvimos un buen rato en esa pose. El ya alternaba las caricias de sus manos entre mis tetas y mis nalgas, las cuales palmeaba como si estuviera espoleando a un yegua. Mis tetas cuando no estaban en sus manos, se estrellaban en su rostro por los movimientos que yo hacía, los cuales se fueron volviendo más y más bruscos. Era una delicia sentir esa verga entrando hasta lo más hondo de mi cuca y saliendo, para volver a entrar y así sucesivamente. Luego me tomo por el cabello nuevamente, alzándome para que su güebo saliera de mi cuquita. Se puso de pie sin soltarme del cabello para dirigirme contra la puerta del cubículo, de la cual me recostó y tomo mi pierna izquierda con su brazo izquierdo, para alzarla un poco, luego hizo lo mismo con el lado derecho, cargándome y ubicándome sobre su tiesa verga, para dejarme caer lentamente y volver a penetrar mi coño. Una vez estuvo su güebo adentro, comenzó a embestirme con fuerza y rudeza, aunque lejos de dolerme, me excitaba muchísimo más.
Con mis brazos me apoye de los laterales del cubículo, para hacerle el trabajo más cómodo a mi follador, cuyo rostro estaba al mismo nivel del mío. Aprovechando esto, intente besarlo nuevamente en la boca, pero el aparto su cara a un lado. –Lo siento putita, no me gusta mamar güebo por correspondencia –me dijo entre gemidos. Esto me humillo aun mas (y por supuesto me calentó mucho mas también), él pensaba que yo era una puta que ya había mamado muchas vergas con anterioridad, cuando lo cierto es que su polla era la segunda que entraba en mi boca. Y después de esta experiencia, no sería la última distinta a la de mi novio…
Como buena chica obediente, no insistí en besarlo. Me gustaba la imagen que el tenia de mí, de puta calenturienta. Y lo cierto es que en eso era en lo que me estaba convirtiendo. En esa posición duramos otro rato, la puerta sonaba fuertemente tras cada embestida, los gemidos se oían en todo el baño, y lo cierto era que no nos importaba que nos oyeran. Me dejo de cargar y me coloco de espaldas a él, inclinada hacia adelante y apoyando mis manos en la puerta, y con las ´piernas no muy abiertas. El me volvió a meter la verga en la cuca, de un solo golpe esta vez, hasta el fondo, dejándolo allí quieto. Luego sentí como un dedo comenzó a sobar mi agujerito anal. Voltee a ver y observé como él jugaba con su mano derecha en mi culo, mientras con la izquierda me manoseaba las nalgas. El dedo que jugaba en mi ano entro en el luego de hacer cierta presión, arrancándome un delicioso gemido, mezcla del dolor y del placer, más que todo del placer, que sentí.
-Vaya vaya…tienes el culito estrecho…no te lo han cogido mucho por lo que veo… -me dijo en cierto tono socarrón.
-No, nunca me han cogido por allí…Soy virgen del culo… -le conteste con cierta voz tímida.
-Jajajaja o sea que me gane la lotería…porque no te opondrás a que te coja por el culo ¿verdad?
-No, para nada, cojeme por el culo, métemelo todo, hazme tuya…
-Pero que perra estas hecha…A ver, sígueme pidiendo que te dé por el culo zorra…se zalamera…
-Por favor, cojeme por el culo, te lo ruego, quiero sr penetrada por el culo, poséeme, hazme tuya, te lo suplico, estoy muy excitada, quiero que me des güebo por mi culo, rómpemelo por favor… -dije en tono de ninfómana desesperada.
Me dio una nalgada, y luego saco su dedo de mi ano para llevarlo a mi boca, yo lo chupe, hambrienta como siempre, dejándolo impecable. Luego saco su enorme herramienta sexual de mi concha y poso la punta sobre mi agujerito anal. Lo sentí bastante grueso, sabía que me dolería. Pero mi fetiche y mi calentura fueron superiores al temor al dolor. Yo misma me eche lentamente hacia atrás para ejercer presión a ver si entraba, pero fue en vano, debía hacer un movimiento más fuerte. Y justamente ese movimiento lo hizo mi follador, al tomarme por las caderas con bastante firmeza y jalarme hacia él, provocando que su enorme güebo se abriera paso en mi estrecho culo de manera cruel y salvaje hasta el fondo de mis entrañas. Respire profundamente, y quede un rato reteniendo el aire, mordiéndome el labio inferior fuertemente para no gritar. Mis ojos se aguaron, mis lágrimas comenzaron a caer por mi rostro, fue un dolor realmente intenso, agudo, que me recorrió la espalda y las piernas.
Como pude, voltee un poco mi cabeza para ver su rostro. El tenía la cabeza echada hacia atrás, viendo al techo, con los ojos cerrados y la boca entreabierta. Se notaba el placer que sentía. Un placer que yo, a pesar del fuerte dolor que me provoco semejante invasión a mis entrañas, también sentía. Más perra no podía ser. Es humillante que te metan un dedo en el culo, y más humillante aun es tener una buena verga metida. Una sensación total de entrega total me invadió, sentía que le pertenecía a ese desconocido, me sentía su juguete. Y ese era un rol que me fascinaba tomar, a este hombre no le negaría nada que me pidiera. Era suya.
Luego de un corto ratito, el comenzó un suave mete y saca. Se nota que quería disfrutar al máximo de la estrechez de mi cavidad anal, así como disfrutaba del tamaño y grosor de su vara de carne. Sentía exquisitamente como se abría paso en mi culo, como mi anillo anal lo abrazaba hambriento. El mete y saca fue cobrando velocidad poco a poco, hasta el punto en que sonaba el típico “plap, plap” de mis nalgas estrellándose con su cuerpo, en armonía con nuestros gemidos de placer. De vez en cuando él me propinaba una buena nalgada, lo que me hacia excitar aun mas. Sin duda, tremenda perra en celo estaba hecha.
Luego de un buen rato de penetración anal en esa posición, el, sin sacarme el güebo del culo me puso a cuatro patas, para continuar taladrándome el ano sin piedad alguna. Me tomo del cabello, tirando de él, haciéndome echar mi cabeza hacia atrás, arreándome para que yo también me moviera, cosa que hice para aumentar aun mas su placer, junto al mío. Unas embestidas más tarde me saco la verga del culo, y con paso apresurado, sin dejar que yo me levantara, coloco sus bolas en mi boca, con el grueso mástil de carne cayendo sobre mi rostro, impregnándomelo de la mezcla de jugos anales y vaginales. Yo entendí perfectamente lo que él deseaba, y comencé a masajearle las bolas con mi lengua, mientras lo veía a los ojos. Su rostro demarcaba placer y a la vez desesperación, por la inminente corrida. Pero antes de correrse, envolvió su verga con mechones de mi cabello, y se hizo la paja con ellos.
La acabada fue abundante. Salieron 4 chorros de espesa leche blanca y caliente, los dos primeros me cruzaron el rostro y cayeron por encima de cabello, de mi frente y cejas. Los otros dos alcanzaron mis ojos mi nariz y mi boca. Me sentía como la golfa más sucia del mundo. Sin dejarme ponerme de pie, se dirigió de nuevo detrás de mí, y metió su verga semi fláccida en mi cuca nuevamente. Con su mano izquierda me azoto varias veces el culo mientras con la derecha me frotaba el clítoris con bastante maestría. Yo mantenía la vista al frente, no quería ver lo que me hacía, solo quería sentirlo, quería que cada azote en mis nalgas me llegara de sorpresa. Poco a poco la calentura se fue convirtiendo en electricidad que recorría mi cuerpo, estallando en fuertes convulsiones y temblores, que recorrían cada centímetro de mi existencia. No pude evitar como una loca, ante semejante orgasmo.
Luego volvió a sacarme la verga de mi cuca, ya fláccida del todo, aunque empapada por mis jugos. No soy una squirt ni mucho menos, pero aun así mi cuquita produce un poco más de flujo al tener mi orgasmo. Se sentó en el retrete de nuevo, ante mí. Yo cariñosamente me acerque gateando como una perrita y le limpie el güebo de la mezcla de jugos, hasta dejarlo impecable, mientras el sacaba de uno de sus bolsillos del pantalón una caja de cigarros para encender uno, mientras observaba como yo le guardaba la verga de nuevo en su ropa intima y subía la cremallera del pantalón.
Una vez finalizado este acto, lo vi a los ojos. Sin saber qué hacer. La verdad solo haría lo que él me pidiera, me hizo suya, me desvirgo el culo, me dio como me gusta que me den, que a pesar de ser la primera vez que me cojian de esa manera, sabía que así era como e gustaba. El en cambio se mostraba totalmente desinteresado por mí, en ese breve ratito que estuvimos en esa posición. Y más aun note esto, cuando le echo una buena calada al cigarro, y luego boto todo el humo en mi cara, de manera denigrante, para acto seguido ponerse de pie, abrir la puerta del cubículo, y retirarse sin decir nada, ni un simple “gracias”. Y la verdad no me importo, eso más bien hizo encender en mi la mecha d nuevo, el sentirme usada me encanta. Más bien yo debí ser la que le daba las gracias, por haberme convertido en una autentica puta.
A pesar de estar nuevamente con ganas de “mambo” me vestí, para salir a encontrarme con mi familia. Como pude, me limpie un poco y me arregle antes de salir del baño. No pude evitar embarrar algunos dedos con el semen que había en mi cara y cabello, y luego chuparlos, que cerda me sentía. Una vez medio arreglada y algo mas perfumada para evitar un poco el olor a sexo, me dispuse a salir del baño camino al estacionamiento, donde mi familia me esperaba. No pude evitar sentir cierta sensación hacia mi novio, Johan. Una sensación extraña, de amor, pero a la vez, de pena. Y más que todo de duda. Tome mi celular y por primera vez en mi vida le mande un SMS donde escribía “Te Amo” dudando yo misma de la veracidad de esas palabras, ya que quería repetir la experiencia con otro hombre…Tal vez la culpa no era de él, sino mía, ya que ese día confirme que soy una puta…
FIN

Bueno, por fin termine este relato jijiji. Espero lo hayan disfrutado, así como espero que me disculpen mis errores, se que deben haber bastantes a lo largo de este escrito. Cualquier comentario o sugerencia pueden dejarla en la página o bien pueden escribirme a la dirección skarletpricet@yahoo.es .Besos

NOTA: Les pido a las personas que me leen, y quieren comunicarse conmigo, es preferible que lo hagan vía E-mail, traten de no agregarme para chatear, ya que rara vez me conecto al chat de Yahoo, solo visito la bandeja de entrada para leer mails. Muchísimas gracias y perdón por las molestias. Ah, lo olvidaba: los hechos narrados en este relato pertenecen a la ficción…cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia…

Por último y no menos importante: Practica el sexo seguro, usa el condón, y hazlo consensuado…

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